[gallery link="file" ids="683480,683483"]
PUBLICIDAD
A la espera de que se libere una plaza en un centro de acogida para migrantes en el norte de París, decenas de sudaneses y afganos duermen a la intemperie, en medio de las bajas temperaturas y el ruido constante del tráfico urbano.
"Intenté entrar pero todos los días me dicen que está completo", cuenta Ousmane, envuelto en una frazada, mientras acampa en la calle, junto al centro humanitario que abrió sus puertas en noviembre en el norte de la capital francesa.
Más que su fina manta, son sus compañeros de infortunio quienes le protegen del frío invernal de cerca de cero grados. "Aquí dormimos unas cuarenta personas", explica este sudanés, que espera con ansias una plaza desde hace más de 10 días.
"Quiero pedir asilo en Francia, voy a seguir intentando entrar" al centro, que cuenta con habitaciones con calefacción, explica este joven.
A un centenar de metros de él, el primer centro humanitario para migrantes y refugiados de París, con capacidad para 400 personas, está completo.
Más de 2.200 personas han sido acogidas en este establecimiento desde que abrió sus puertas el pasado 10 de noviembre. El centro, exclusivamente para hombres, acoge a migrantes durante cinco a diez días.
PUBLICIDAD
Cada día, 50 migrantes logran entrar.
Pero su capacidad de acogida es insuficiente, estima Ivan Leray, coordinador de la asociación Utopia56, ya que cada día entre 80 a 100 migrantes llegan a la capital francesa.
– Más plazas –
Las autoridades francesas prometieron 200 nuevas plazas. Esta extensión "sigue estudiándose", señaló la prefectura de París.
Tras pasar de cinco a diez días en este centro donde pueden someterse a un examen médico, recibir ayuda psicológica y asistencia jurídica, se los orienta posteriormente a instalaciones más perennes en función de su situación personal.
Algunos pedirán asilo en Francia pero los que registraron previamente sus huellas dactilares en otro país europeo deben por ley regresar al país en cuestión para solicitar el asilo.
Mientras tanto, decenas de migrantes deambulan en las inmediación del centro, en el distrito XVIII de París, bajo la mirada atenta de la policía.
La noche del martes, las fuerzas del orden desalojaron a unos 40 migrantes de su campamento de fortuna, instalado bajo un puente.
El jueves por la mañana, la policía tuvo que dispersar a las personas que hacían fila frente al establecimiento. "Cuando se abrieron las puertas, todo el mundo intentó entrar. La policía comenzó a lanzar gases", cuenta Mattio, un migrante afgano.
"La policía interviene muy a menudo", indica Benoit Alavoine, del colectivo Quartiers solidaires (Barrios solidarios) que ayuda a los migrantes.
"Pero a veces se limitan a limpiar las calles. Los migrantes pierden sus pertenencias. No entendemos la lógica" de esto, añade.
– 'Evitar asentamientos' –
Con estas intervenciones, buscamos "evitar que se vuelvan a formar campamentos" de migrantes en las calles, explica una fuente policial.
Los migrantes desalojados de los míseros asentamientos deben buscar nuevos lugares donde instalarse. La policía instaló barreras para impedir que accedan a los lugares donde habitualmente se congregaban los migrantes en el norte de París.
El resultado de esto es que "ya no sabemos dónde está esta gente", apunta Ivan Leray.
"Duermen donde pueden, en pequeños grupos. Cada día entre 150 a 200 personas en París, los demás están en los suburbios más cercanos", asegura Pierre Henry, director general de la asociación Francia tierra de asilo.
Frente a esta situación, muchos piden la creación de centros como el de París en otras ciudades francesas. "Necesitamos más establecimientos", estima Henry.
"No es una buena idea que París sea la única puerta de entrada para obtener el asilo", opina Ivan Leray, quien advierte a las autoridades sobre la necesidad de "anticipar" nuevas llegadas de migrantes en la primavera.