Japón llamó a consultas a su embajador en Corea del Sur para protestar por la colocación frente a su consulado en Busán (sur) de una estatua en homenaje a las víctimas de la esclavitud sexual durante la expansión japonesa en la Segunda Guerra Mundial.
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El portavoz gubernamental Yoshihide Suga anunció la decisión el viernes en rueda de prensa junto a otras medidas, que incluyen la suspensión de negociaciones económicas de alto nivel.
"El gobierno japonés considera que se trata de una situación altamente lamentable", dijo el vocero.
Los historiadores calculan que unas 200.000 mujeres asiáticas fueron convertidas en esclavas sexuales por Japón.
Procedentes de Corea, China, Filipinas u otros países, las mujeres fueron obligadas a trabajar en los burdeles del ejército imperial japonés.
La mayoría de las chicas reclutadas en Corea tenían entre 14 y 18 años. Después de la guerra, muchas sobrevivientes ocultaron la traumática experiencia.
Japón se disculpó por los crímenes que su ejército cometió contra esas mujeres, pero niega toda responsabilidad oficial en la conducta de los burdeles y rechaza las propuestas de Seúl de discusiones bilaterales para estudiar las peticiones de las sobrevivientes.
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"Japón y Corea del Sur confirmaron el acuerdo concluido en 2015 que resolvía el tema de las mujeres de consuelo de manera definitiva e irreversible", dijo el vocero nipón. "A pesar de ello, se colocó una estatua (en Busán), lo cual tiene consecuencias deplorables para las relaciones entre los dos países", agregó.
Además del llamado a consultas del embajador Yasumasa Nagamine, Suga precisó que Japón también había llamado a su cónsul general en Busán y suspendido conversaciones bilaterales en materia monetaria.
"El gobierno japonés seguirá urgiendo con firmeza al gobierno de Corea del Sur y a las autoridades municipales correspondientes que retiren rápidamente la estatua de la chica", dijo.
La estatua había sido inicialmente retirada luego de una primera instalación por activistas coreanos en esa ciudad portuaria.
Sin embargo, las autoridades locales cambiaron de posición tras la situación creada por otra controversia, generada por la ministra de Defensa de Japón, que a fines de diciembre visitó el polémico santuario de Yasukuni de Tokio.
Seúl considera que Japón no se ha arrepentido bastante por los crímenes que cometieron sus soldados durante la expansión colonialista del archipiélago entre 1910 y 1945. Y cada visita a Yasukuni reaviva su cólera.
El santuario, que honra la memoria de los 2,5 millones de soldados japoneses muertos desde la mitad del siglo XIX, es polémico en Asia desde que en 1978 se inscribieron, a escondidas, los nombres de 14 criminales de guerra condenados por los aliados tras la Segunda Guerra Mundial.