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Las autoridades brasileñas continuaban este martes la búsqueda de decenas de presos que escaparon de una prisión en el norte del país, donde 56 reclusos fueron asesinados por una "venganza" entre facciones que se disputan el narcotráfico.
El gobierno del estado de Amazonas reportó la fuga de 112 presos del Complejo Penitenciario Anisio Jobim (Compaj) -donde estalló el motín entre el domingo y el lunes-, y de 72 internos del Instituto Penal Antonio Trindade (Ipat), una unidad de detención preventiva dentro del mismo recinto, en la periferia de la capital estatal, Manaos.
Según las últimas informaciones, 54 de estos 184 fugitivos fueron recapturados.
Un vasto dispositivo de búsqueda fue montado en la región, con agentes bloqueando las principales vías de acceso a las prisiones.
"Policías que estaban descansando fueron llamados a trabajar y tenemos muchas informaciones, muchos equipos recuperando presos. La cifra va subiendo a cada momento, esperamos al final de esta semana haber recuperado a casi todos", afirmó Sergio Fontes, secretario de Seguridad de Amazonas.
Al inicio de la noche, 36 cuerpos habían sido identificados en un proceso que podría demorar semanas en completarse debido a la brutalidad de los asesinatos. La mitad de los fallecidos fueron decapitados, según la policía científica.
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– Angustia –
Impedidos de entrar al Instituto Médico Legal (IML), los familiares se agolpaban desesperados frente al edificio para obtener pistas sobre el paradero de sus hijos, esposos o nietos.
"Quiero saber noticias de mi hijo, vivo o muerto, y no estoy consiguiendo nada. En la cárcel no dan ninguna información. No sé su paradero, dónde está, no sé si se fugó, no tengo cómo saber", se lamenta en entrevista con la AFP Ana Regina, de 47 años, madre de un recluso.
Cuando se recupera del llanto, Raimundo Castro Leal, de 60 años, pide que liberen el cuerpo de su hijo, que ya sabe que está entre los muertos.
"Tanto mi hijo como otros (reclusos) fueron descuartizados, quedaron sin cabeza (…) Quería que lo liberaran e hicieran rápido la identificación para poder tomar las providencias", suplica.
La eficacia de la búsqueda policial de los fugados fue cuestionada después de que circulara en Facebook una selfi de un joven que se presentaba a sí mismo como un recluso en plena fuga, cuya identidad no fue confirmada oficialmente.
"Estoy llegando, que se cuiden las solteras", anunciaba en otra publicación que se hizo viral.
– Guerra de facciones –
La rebelión en la cárcel se desató el domingo por la tarde en el Compaj tras un choque entre dos grupos criminales: el Primer Comando de la Capital (PCC), originario de Sao Paulo, y el grupo local Familia del Norte (FDN). El motín fue contenido 15 horas después, dejando la mayor matanza cometida en una prisión de la Amazonía.
Es, además, la peor masacre en una prisión brasileña desde la del presidio de Carandirú, en 1992 en Sao Paulo, cuando una operación policial para controlar un motín acabó con 111 presos muertos.
El actual episodio es investigado como una "venganza" de la FDN, que disputa las redes del narcotráfico en la región amazónica contra el PCC, una poderosa organización nacida a inicios de la década de 1990 en una cárcel paulista.
El FDN, entre otros grupos, fue objeto de una enorme operación de represión policial en noviembre de 2015 bautizada "La Muralla", como el nombre del cuartel general del cártel de Cali, donde los jefes narcos coordinaban sus crímenes.
Según la policía, la FDN comenzó a estructurarse en 2007 en respuesta a las intenciones del PCC de expandirse para ganar terreno en la estratégica región de Amazonas, próxima a Colombia, Perú y Bolivia, en donde pretenden controlar la ruta de la cocaína.
– Máxima seguridad –
El ministro de Justicia de Brasil, Alexandre de Moraes, visitó este martes la prisión donde ocurrió el motín y anunció que los responsables del episodio serán transferidos a cárceles federales de máxima seguridad.
La fiscalía, de su lado, abrió un proceso para investigar las condiciones de los presos custodiados en el Compaj.
Después de la matanza también se registraron intentos de rebelión en otras cárceles de la ciudad, y unos 130 detenidos de una misma facción debieron ser trasladados de sus centros a una prisión pública que había sido desactivada, después de recibir amenazas de muerte.
En la tarde del lunes, además, hubo cuatro fallecidos en la Unidad Prisional de Puraquequara (UPP), al este de Manaos.
El gobierno federal anunció la transferencia de recursos a los estados para crear 20.000 nuevas plazas en las superpobladas prisiones de Brasil.
El estado de Amazonas, que alberga 2,59 reclusos por cada lugar disponible, podrá sumar 1.200 plazas con estos recursos, precisó Moraes.
Motines y enfrentamientos son comunes en las prisiones brasileñas. En octubre, 25 presos murieron en una cárcel de Roraima, limítrofe con Venezuela, por un enfrentamiento entre miembros del PCC y del Comando Vermelho (CV, originario de Rio de Janeiro), las dos mayores facciones del crimen organizado en Brasil, que rompieron su alianza en julio de este año.
Con 622.000 personas privadas de libertad -en su mayoría jóvenes negros-, el gigante sudamericano tiene la cuarta mayor población penal del mundo, por detrás de Estados Unidos, China y Rusia, según datos oficiales.