Noticias

Cómo sobrellevar la Navidad con la familia de tu pareja

Mientras en esta época suenan los villancicos y abundan los buenos deseos, lentamente, pero de modo inexorable, está en proceso de ebullición la ollita a presión de las relaciones con su lado de la familia, esperando que suba un poco la llama para explotar. ¿Cómo evitarnos ese “¡¡boom!!” en Navidad?

Convengamos que muchas veces a algunas de nosotras, los del lado de nuestro pololo/marido nos parecen una fauna: su mamá metiche, su papá cuadrado, su hermana floja, su hermano vago, etc. Y cuando este zoológico nos visita en pleno, lejos de enternecernos, nos saca de quicio.

Si tienes la buena suerte de contar con una suegri cariñosa, un suegro preocupado, una cuñada hacendosa, y un cuñado partner y entretenido, pasa al siguiente artículo: te envidiamos. Si no eres tan afortunada, ¡sigue leyendo!

Bueno, para no seguir rabiando y no perder los estribos, preferimos consultarle a un especialista con una década de experiencia en terapia de pareja, el doctor Patricio Olivos, psiquiatra médico de la Universidad Católica, con formación de especialista en la Universidad de Chile.

Recomendados

¿Qué es lo más recomendable cuando la familia de la pareja no es de nuestro agrado?

Puede no gustarnos la familia de la pareja, y no es una obligación quererlos, o que nos quieran. Y eso no es problema si en la pareja, y en la familia de origen de cada miembro de la pareja, cada persona es un individuo independiente, autónomo, diferenciado y logramos mantenernos con la distancia o cercanía adecuadas y manteniendo una buena comunicación. Los problemas surgen habitualmente cuando esa familia de origen es aglutinada, indiferenciada, y no permite que cada miembro sea una persona individual, no respeta los límites personales de cada miembro de la familia, y piensa en nuestro cónyuge más bien como una parte indiferenciada de su familia de origen, y busca mantener su influencia sobre él.

¿Cómo lidiar con una suegra “metiche”, ese tipo de personas que nos recuerda todo el rato cómo le gustan las cosas a su hijito, o cómo criar a nuestros propios hijos?

Cuando surgen problemas por este motivo hay que recordar que estamos en pareja por el amor a la pareja y no para tener otra familia, u otra mamá, o una suegra, y la estrategia por tanto es fortalecer la unión de la pareja, porque sólo de ella vamos a obtener la motivación y la fuerza para tolerar o llevarnos lo mejor posible con las familias de origen. Esto es algo que siempre ocurre: la pareja se debate, sobre todo al comienzo de la relación, entre la lealtad a la pareja y la lealtad a la familia de origen. Y este dilema puede mantenerse por mucho tiempo si la/s familia/s de origen son familias aglutinadas, como les gusta ser a muchas familias chilenas, que se enorgullecen de que su familia es ¡tan unida, tan aclanada, y que están todos en todo!, y hay mandatos muy fuertes establecidos sobre cómo se pertenece y se participa en la familia.

La de los dedos crespos y otras hierbas

¿Qué será lo que les pasa a las cuñadas después de comer? Es un misterio para mí que felices se sienten a la mesa, pero tras el banquete, nada les despegue su lindo trasero de la silla. Imagino que debe haber aquellas que las hacen trabajar tanto en sus casas de origen, que es un paraíso que las atiendan con cariño. Pero, me temo que también están esas que las criaron con complejo de Estefanía de Mónaco, con la férrea creencia que sus manos podrían deshacerse tras el sólo contacto con el agua caliente y el lavalozas. O peor, las que desde niña juran que los platos vuelan solos hasta la cocina y se lavan por su cuenta.

Doctor Olivos, ¿cómo lidiar con cuñadas(os) flojas(os) cuando vienen de visita? (ese tipo de persona a la que hay que atender, pero que no son capaces de levantar un plato después).

Ahí nuestro/a cónyuge es el que debiera ver cómo resuelve eso con personas relacionadas con su familia de origen. Hay que recordar sí que en los matrimonios o parejas estables, hay siempre un 30% de problemas que se pueden resolver y un 70% de problemas que no se pueden resolver, y éstos últimos, la pareja tiene que ver cómo los lleva de la mejor manera posible para que no los afecten negativamente.

Hay que poner el acento en la pareja y en sus límites, y ser claros y persistentes en señalar cuáles son estos límites y estar alertas y no flaquear y no traicionarse en ello. Muchas veces nos traicionamos porque sin darnos cuenta compartimos la ideología de la familia aglutinada; mal que mal, nos criamos en ella y creemos que para mantener ese amor hacia nosotros, tenemos que seguir siendo los niños de siempre, y muchas veces procuramos mantener ese modelo en la familia que estamos formando.

Hagamos el amor, no la guerra

Puede que nos dé rabia a morir que el hermano chico de nuestra pareja nos saquee el refrigerador en cada visita navideña, o que nos ponga todo patas arriba que cualquier familiar de él llegue siempre sin avisar. Pero somos nosotras, las mujeres, las llamadas a sobrellevar el tema de la mejor manera posible.

No se les vaya a ocurrir (a menos que quieran la separación en 3, 2, 1…) pedirle a la pareja que escoja entre su familia de origen o nosotras. Tampoco se les pase por su cabecita loca involucrarse ni opinar sobre conflictos internos de la familia de él, que pudieran desencadenar problemas en esa “Nochebuena”, y menos, en un minuto de flaqueza y confianza (¡y alcohol!).

“Hay que evitar todas las anteriores situaciones -aclara el siquiatra Olivos-. Tenemos derecho a tener expectativas sobre el desempeño del cónyuge, pero muchas parejas se meten en problemas uno con el otro porque empiezan a usar con el otro un refuerzo negativo: críticas, reproches, recriminaciones. Y con eso nadie cambia; más bien el clima se pone tenso, cada uno se encierra en sí mismo, se retrae, se cierra.

Las personas cambiamos cuando se usa el refuerzo positivo, que para los adultos es básicamente el reconocimiento entregado en forma de moldeamiento: dar reconocimiento a cada paso que el otro da en la dirección que uno espera: “¡Qué bueno que podamos conversar y resolver nuestros problemas entre nosotros!”.

En estas fiestas de año, ¿cómo evitar los conflictos? Como por ejemplo, dónde pasarlo, etc.

Conversándolo y decidiéndolo en la pareja, y respetando los acuerdos a los que llegamos, y si surgen problemas con las familias de origen, volver a conversarlo y llegar a un nuevo acuerdo.

En las parejas y las familias no hay verdades establecidas, la verdad se va construyendo entre todos. Por Angélica Salas.

Tags

Lo Último


Te recomendamos