El jefe de gobierno italiano Paolo Gentiloni descartó este jueves la existencia de una “red” en Italia de apoyo al tunecino Anis Amri, presunto autor del atentado de Berlín y abatido el 23 de diciembre en Milán.
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“La investigación no ha revelado la existencia de redes particulares de Amri en Italia”, aseguró el primer ministro italiano en la tradicional conferencia de prensa de fin de año celebrada en Roma.
La policía italiana investiga todos los movimientos de Amri así como sus contactos antes del ataque el 19 de diciembre a un mercado navideño en Berlín que causó la muerte de 12 personas y 50 heridos, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
Amri, de 24 años, cumplió cuatro años de cárcel en Sicilia por haber incendiado un centro de acogida para inmigrantes en 2011, a donde había llegado en una barcaza como indocumentado a la isla de Lampedusa.
Según medios de prensa italianos, el tunecino se radicalizó durante su permanencia en la cárcel siciliana.
“Se radicalizan aquí, en nuestras casas, en nuestras cárceles, en nuestros barrios. Eso los lleva a cometer atentados”, reconoció Gentiloni.
La policía, que aumentó el nivel de alarma en todo el país, ha realizado una serie de allanamientos, entre ellos uno donde se presume que se alojó el año pasado, en una zona agrícola al sureste de Roma.
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Según la investigación internacional, Amri tenía una media docena de identidades y al parecer usaba un documento falso de una comisaría de Palermo (Sicilia) que le reconocía el estatuto de refugiado.
Unos 500 potenciales objetivos terroristas en Italia así como el Vaticano están siendo sometidos a severas medidas de seguridad.
Italia no ha sufrido hasta ahora atentados por parte del militantes yihadistas, pero esta vez se teme una “venganza”, tras la muerte del tunecino, abatido en un tiroteo con la policía hace una semana, con lo que se puso fin a cuatro días de caza al hombre en Europa.
Italia expulsó este jueves a un tunecino de 23 años que “mostraba señales de radicalización”, informó el Ministerio del Interior.
Desde enero de 2015, Italia ha deportado a 132 personas por simpatía con organizaciones extremistas.