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El acercamiento de los talibanes a Rusia e Irán inquieta a Afganistán

El aparente acercamiento de los insurgentes talibanes a Rusia e Irán en los últimos meses alimenta el temor de una nueva guerra por procuración en Afganistán, sumido en el caos desde hace años.

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Rusia e Irán afirman que sus contactos con la insurrección afgana apuntan exclusivamente a mejorar la seguridad regional, pero Estados Unidos no oculta su escepticismo.

La posición rusa “es que los talibanes combaten al Estado Islámico (EI)”, declaró recientemente el general John Nicholson, jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán.

“La legitimidad pública que Rusia atribuye a los talibanes no se basa en hechos, pero sirve sobre todo para socavar al gobierno afgano y los esfuerzos de la OTAN y para ayudar a los beligerantes”, agregó Nicholson.

“Con Irán, la situación es similar. Hubo contactos entre los iraníes y los talibanes”, añadió el general estadounidense.

Rusia vendió helicóptero a las Fuerzas Armadas afganas y simultáneamente aportó una ayuda militar a los talibanes, afirmaron fuentes gubernamentales e insurgentes.

“Estamos muy inquietos por los cargamentos de armas rusas incautados recientemente en zonas fronterizas de Tayikistán”, dijo a la AFP un alto responsable de la seguridad afgana.

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“Un apoyo extranjero a los talibanes va a complicar aún más la situación de seguridad en el norte de Afganistán”, destacó la fuente.

La contribución rusa ayudó a los talibanes a ampararse de la ciudad de Kunduz en octubre, confirmó a la AFP un comandante talibán.

Algunos dirigentes talibanes se han entrevistado varias veces con responsables rusos en Tayikistán y Moscú.

“Ningún país tendría que tener contactos con grupos destructores que son los enemigos de Afganistán. Significa faltarle el respeto a las víctimas de la guerra”, dijo el portavoz del ministerio afgano del Interior, Sediq Siddiqi.

“Pedimos a Rusia e Irán que trabajen con los afganos para vencer el terrorismo”, agregó.

– Paz y reconciliación –

Algunos diplomáticos occidentales en Kabul expresan en privado la inquietud que provoca la llegada a la embajada rusa de numerosos “veteranos” expertos en los métodos de la Guerra Fría, en un momento en que las relaciones entre Washington y Moscú están muy tensas.

El gobierno afgano se indignó esta semana por la reunión tripartita Rusia-China-Pakistán celebrada en Moscú que sugirió un “enfoque flexible” y la retirada de algunos talibanes de la lista de sanciones.

Para el embajador ruso en Afganistán, Alexander Mantytskiy, los vínculos con los talibanes apuntan a “garantizar la seguridad de nuestras oficinas, nuestros consulados y la seguridad en Asia cantral”.

“Rusia dijo siempre que la paz y la reconciliación nacional eran una necesidad, por lo tanto el proceso debe seguir adelante bajo la conducción de los afganos”, dice Mantyskiy, que critica a la OTAN.

La OTAN busca desviar la atención de la gravedad de la situación y “atribuirnos a nosotros la responsabilidad de sus fracasos”, agrega Mantysky.

Michael Kugelman, analista del Woodrow Wilson Center en Washington, considera que Afganistán no puede obviar el temor de Rusia e Irán de un avance del Estados Islámico en Afganistán.

“El Estado Islámico no está muy implantado en Afganistán, pero se hizo conocer y su marca inspira mucho miedo”, afirma.

“No se puede excluir la posibilidad de que Rusia e Irán intentan premunirse reforzando sus vínculos con los talibanes”, añade.

Afganistán ha estado a menudo en el centro de grandes maniobras de las potencias extranjeras.

Primero durante el ‘Gran Juego’, la guerra por procuración que opuso a Rusia y Gran Bretaña en el siglo XIX. Luego, en los años 80, cuando Estados Unidos, a través de Pakistán, apoyó la guerra de los rebeldes afganos contra la ocupación soviética.

Además, Afgnistán sufre las influencia rivales de India y Pakistán, país este último sospechoso de recibirlos en su territorio.

La imprevisibilidad del próximo presidente estadounidense, Donald Trump, podría también complicar aún más la situación.

“Rusia espera ver cuál será el próximo movimiento estadounidense”, señala el analista afgano Ahmad Saeedi. Si Trump “decide reducir la presencia estadounidense, los rusos querrán llenar ese vacío”, dice Saeedi.

Algunos temen que la Casa Blanca intente romper el acuerdo nuclear de las grandes potencias con Irán y en reacción este país se acerque a los talibanes.

“La lucha de las grandes potencias extranjeras por sus intereses no anuncia nada bueno para Afganistán”, estima Saeedi.

“Eso quiere decir más violencia y sangre derramada en el país”, agrega pesimista.

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