El partido gobernante en Turquía presentó este sábado en el Parlamento un proyecto de reforma constitucional para reforzar las prerrogativas del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, cinco meses después del fallido golpe de Estado contra su régimen.
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El texto, de una veintena de artículos, prevé transferir la mayor parte del poder ejecutivo del primer ministro al presidente de la República, una función que es esencialmente honorífica en la Constitución actual.
La posibilidad de que Erdogan obtenga más poder preocupa a sus opositores, que denuncian los excesos autoritarios del presidente, sobre todo desde el intento de golpe de Estado del 15 de julio.
Pero los dirigentes turcos afirman que es necesario un sistema presidencialista para garantizar la estabilidad en la cumbre del Estado, en un país que afronta problemas de seguridad y un estancamiento económico, al tiempo que lleva a cabo una ofensiva militar en Siria.
“Si Dios quiere, el sistema presidencialista (…) permitirá poner fin al periodo de las coaliciones” gubernamental y darle a Turquía un “Ejecutivo fuerte”, declaró el viernes el primer ministro Binali Yildirim.
El proyecto deberá obtener el aval de al menos 330 diputados (sobre 550) para poder ser sometido a un referéndum. El gobernante Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) y la formación de derecha nacionalista MHP, que respalda la propuesta, suman 355 votos en el hemiciclo.
En caso de éxito, la consulta popular podría celebrarse en marzo, declaró el vice primer ministro Nurettin Canikli durante una entrevista con el canal A Haber el viernes.
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– Pacto con los nacionalistas –
Erdogan, primer presidente turco elegido por sufragio universal, en 2014, pidió en numerosas ocasiones al Gobierno que reformara la Constitución para instaurar un sistema presidencialista, poniendo como ejemplo a Francia y Estados Unidos.
Los dirigentes turcos mantuvieron secreto el contenido del proyecto de reforma, pero, según los elementos filtrados a la prensa, una de las mayores novedades podría ser la supresión del cargo de primer ministro, sustituido por uno o dos vicepresidentes.
El AKP y el MHP desvelarán el contenido de la reforma durante una rueda de prensa conjunta el sábado.
El líder del MHP, Devlet Bahçeli, rechazó durante meses la iniciativa del AKP, pero decidió respaldarla el mes pasado, con la condición de que se respetaran sus “sensibilidades”.
El acercamiento entre el líder nacionalista y el poder coincidió con una creciente represión, respaldada por el MHP, de los círculos prokurdos, y un debate sobre el restablecimiento de la pena de muerte, de la que Bahçeli es un ferviente defensor.
La reforma constitucional suscita, sin embargo, el rechazo de los partidos de oposición -prokurda (HDP) y kemalista (CHP, socialdemócrata)-, lo cual agrava la polarización política en el país.
“No se puede preparar una [nueva] Constitución en la cocina de un partido”, denunció el viernes el líder del CHP, Kemal Kiliçdaroglu. Según él, la reforma amenaza una “tradición parlamentaria de 140 años”, heredada de las reformas llevadas a cabo tras la caída del Imperio Otomano.
A raíz del intento de golpe de Estado, las autoridades turcas desataron una amplia purga que se extendió desde los presuntos golpistas hasta los círculos prokurdos y los medios de comunicación.
La magnitud de esas medidas suscita preocupación de los países occidentales, especialmente en la Unión Europea, cuyas relaciones con Turquía empeoraron en los últimos meses.