El autor de la masacre racista en una iglesia de la comunidad negra en el sureste de Estados Unidos dijo que “alguien tenía que hacerlo” y que “sería agradable” ser recordado como un mártir, en el video de su confesión proyectado este viernes en un tribunal.
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Dylann Roof lucía calmado y sin emociones cuando confesó el crimen a un oficial del FBI que lo arrestó un día después de la masacre en Charleston, Carolina del Sur.
“Alguien tenía que hacerlo porque, sabes, los negros están matando a los blancos todo el tiempo en la calle y están violando a las mujeres blancas”, dice Roof en el video, según reportó el diario local The Post and Courier.
El 17 de junio de 2015, Roof entró a la iglesia metodista episcopal africana Madre Emanuel, se unió a un grupo de estudio de la biblia y poco después inició una masacre donde murieron nueve personas.
“¿Usted les disparó?”, preguntó el agente del FBI Michael Stansbury. “Sí”, respondió el joven, un supremacista blanco que había comprado su pistola Glock .45 un par de meses antes, apenas cumplió 21 años.
“¿Era su objetivo convertirse en un mártir?”, prosiguió el oficial. “Sí, sería agradable, seguro”, respondió Roof.
No había lágrimas, ira, remordimiento o alguna clase de emoción en el video de dos horas de la confesión, algo que el agente calificó como “muy inusual”.
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En su alegato de apertura, el fiscal Jay Richardson destacó el hecho de que Roof eligiera la iglesia Madre Emanuel, que es símbolo de la lucha de los negros contra la esclavitud.
Roof fue arrestado en Carolina del Norte, casi 400 km al norte del lugar del ataque, al día siguiente del crimen.
En el video, Roof revela que tenía ocho rondas de municiones, cada una con 11 balas en lugar de 13, que es su capacidad máxima. Esto significa que el número total de balas era 88.
Este número es utilizado por los supremacistas blancos para abreviar el saludo nazi Heil Hitler.
– “Era caótico” –
El jueves, el jurado vio fotografías de la escena del crimen que mostraban grandes charcos de sangre, numerosos casquillos de proyectiles y a las víctimas desangrándose, en el suelo, sobre las mesas o debajo de ellas.
“Era caótico. Había múltiples víctimas, múltiples piezas de evidencia. Era sobrecogedor”, dijo al jurado Brittany Burke, una oficial que investigó el caso, al describir lo que encontró al llegar al lugar del crimen.
Una de las víctimas, Susie Jackson, de 87 años, recibió 11 impactos de bala. Las demás recibieron de tres a ocho balazos cada una.
Cuando comenzó el juicio el miércoles, el jurado escuchó el conmovedor testimonio de una sobreviviente del ataque, Felicia Sanders, quien simuló estar muerta junto a su nieta mientras veía a su hijo desangrarse.
“Nosotros creíamos que él venía a buscar al Señor”, dijo Sanders, entre sollozos. “Pero todo el tiempo él fue simplemente malvado, malvado, tan malvado como se puede ser”.
La madre de Roof sufrió un ataque cardíaco durante el testimonio de Sanders y debió ser hospitalizada.
La defensa pidió que se anulara el juicio argumentando que estos testimonios tan emocionales inclinan al jurado en contra del acusado, pero el juez federal Richard Gergel denegó esta petición.
– Tensiones raciales –
La defensa no cuestionará los hechos ni buscará contradecir los testimonios de la fiscalía, pero pedirá a los miembros del jurado que intenten entender los factores que motivaron la ideología racista de Roof para no condenarlo a muerte.
Roof, que enfrenta 33 cargos y puede ser condenado a la pena capital, se ocupará personalmente de su propia defensa en una fase ulterior del juicio, cuando se aborde la pena de muerte en caso de ser hallado culpable.
La matanza causó gran conmoción en la opinión pública nacional e internacional, en momentos en que Estados Unidos está sumido en una serie de episodios que dejan en evidencia sus tensiones raciales.
Entre ellos, los actos vandálicos de grupos de supremacistas blancos están en aumento y los casos de abuso policial contra la población negra han llevado a numerosas protestas.
También en Charleston, la semana pasada se anuló el juicio al expolicía Michael Slager, acusado de matar por la espalda a Walter Scott -un hombre negro desarmado que huía de una infracción de tránsito- debido a que el jurado no fue capaz de ponerse de acuerdo para llegar a un veredicto.