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Recién salidos de una elección presidencial marcada por la cuestión de las minorías, los estadoundenses volvieron a poner este lunes sobre la mesa el debate, cuando la Corte Suprema examinaba unos controvertidos diseños de circunscripciones electorales.
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Los ocho jueces del más alto tribunal de Estados Unidos se mostraban divididos sobre los mapas de las circunscripciones parlamentarias de los estados de Carolina del Norte y Virginia, dos estados republicanos con grandes comunidades negras.
A los legisladores locales se les acusa de haber rediseñado algunas circunscripciones para concentrar en ellas a los negros, al tiempo que diluían su influencia en otras.
Detrás de esta distribución étnica se escondería un cálculo político, ya que los negros suelen votar por los demócratas, mientras que los blancos están más inclinados a votar por los republicanos.
– Más del 50% de negros –
Durante los debates, el juez liberal Stephen Breyer puso como ejemplo el rediseño de la circunscripción número 71 de Virginia.
“Se sacó a 11.293 personas y se incluyó a 17.000 [en la circunscripción]. las tres cuartas partes de las que sacaron eran blancas, y tres cuartos de las que introdujeron eran negras. Me parece que tuvieron muy en cuenta la raza”, destacó Breyer.
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La organización The Campaign Legal Center, que transmitió a la Corte Suprema una memoria sobre esta cuestión, denuncia maniobras “dirigidas a propósito a los electores de minorías, con el objetivo de reducir su poder político”.
Citan también el caso de dos circunscripciones de Carolina del Norte, cuyo mapa electoral se rediseñó en 2011, unos meses después de que el presidente demócrata Barack Obama, blanco de los conservadores del Tea Party, perdiera su mayoría en la Cámara de Representantes.
“Al aumentar a propósito (por encima del 50%) la concentración de electores negros (en las circunscripciones) CD1 y CD12, en las que los electores negros ya contaban con la capacidad para elegir a los candidatos que quisieran, la Asamblea General (de Carolina del Norte) buscó diluir la influencia de los votantes negros en otras regiones del Estado”, afirma The Campaign Legal Center.
Los dos estados en cuestión rechazan todo tipo de estrategia partidista y aseguran que reformaron sus mapas electorales de conformidad con la ley de derechos electorales de 1965, que ilegalizó las discriminaciones raciales en los comicios estadounidenses.
Este texto fundamental pide, no obstante, a los estados que tomen en cuenta los datos raciales para permitir a las minorías locales obtener representantes, pero sin que ello se convierta en el factor principal del diseño de las circunscripciones.
Así, la cuestión planteada este lunes a la Corte Suprema se vuelve muy delicado: ¿dónde acaba la arquitectura electoral fundada en criterios políticos -una práctica admitida-, y empieza la basada en criterios raciales -que está prohibida-?
“La ley electoral nos impone tener en cuenta la raza”, se afana en repetir Paul Clement, abogado de los dos estados.
– Salamandras y urnas –
La arquitectura electoral es una vieja técnica de los partidos políticos para lograr ventajas, y hasta está bautizada como “gerrymandering”, un juego de palabras que une el apellido de un gobernador republicano del siglo XIX, Elbridge Gerry, y de la palabra “salamander” (‘salamandra’).
Gerry rediseñó una circunscripción de su estado hasta el punto de darle forma de salamandra, por lo que su despiece se convirtió en sinónimo de una reforma arbitraria del mapa electoral para favorecer a un partido.
El debate se produce en un contexto de críticas al sistema electoral estadounidense, después de que la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, obtuviera un número mayor de votos en la elección de noviembre, lo cual no impidió que el republicano Donald Trump se hiciera con más grandes electores.