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Hollande deja vía libre en la izquierda francesa

Con su renuncia a optar a un segundo mandato, el presidente francés François Hollande despejó el camino para las primarias del Partido Socialista, entre rumores este viernes de una posible candidatura de su primer ministro, Manuel Valls.

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“Soy consciente de los riesgos que conllevaría mi candidatura, que no reúne todos los consensos. Por lo tanto, he decidido no ser candidato a la elección presidencial”, anunció el jueves por la noche François Hollande, en una alocución solemne en el palacio del Elíseo.

Hollande, de 62 años, que llegó al poder tras derrotar al conservador Nicolas Sarkozy, se convierte así en el primer presidente en funciones del último medio siglo que renuncia a la reelección en Francia.

Su decisión, con la que espera dar a la izquierda una oportunidad de calificarse a la segunda vuelta de las presidenciales, cuenta con la aprobación de ocho de cada diez franceses, según una encuesta.

Todos los sondeos señalaban que el mandatario francés se encaminaba a una humillante derrota, con apenas 7% de las intenciones de voto, en la primera vuelta de la elección presidencial prevista en abril de 2017, muy por detrás del aspirante de la derecha, François Fillon, y de la líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen.

Su renuncia a optar a un segundo mandato deja el campo libre al primer ministro, Manuel Valls, español de nacimiento y naturalizado francés a los 20 años, que podría oficializar en los próximos días su candidatura a las primarias socialistas del 22 y 29 de enero.

Valls, quien se encontraba este viernes de visita en el este de Francia, prometió “defender el balance” del presidente Hollande.

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El fin de semana pasado, Valls, de 54 años, incrementó la presión sobre el presidente Hollande, que mantenía el suspenso sobre sus intenciones, anunciando que no descartaba presentarse a los comicios internos del Partido Socialista (PS).

Desde hace unas semanas, Valls, que provoca el rechazo de una parte de los socialistas debido a un discurso favorable a las empresas y su carácter inflexible, intenta ampliar su base electoral con un discurso más matizado.

– Derrotar a la derecha y a la extrema derecha –

Otros líderes de la izquierda, como los exministros Arnaud Montebourg y Benoît Hamon, que dimitieron del Gobierno en 2014, en desacuerdo con la línea económica adoptada por el Ejecutivo, anunciaron su intención de presentarse a las primarias socialistas.

Al margen de estos comicios internos, existen las candidaturas del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, apoyado por el Partido Comunista, quien obtuvo 11% de los votos en la primera vuelta de los comicios presidenciales de 2012, y la de Emmanuel Macron, exministro de Hollande, más volcado al centro.

“Como socialista, porque es el compromiso de toda mi vida, no puedo aceptar (…) la implosión de la izquierda, ya que eliminaría cualquier esperanza de derrotar al conservadurismo y, peor aún, al extremismo”, expuso Hollande, que con su decisión espera evitar que la izquierda pierda las elecciones.

Mientras tanto, frente a una izquierda fragmentada, la derecha francesa ya está en orden de batalla. Los conservadores designaron la semana pasada al ex primer ministro de Sarkozy, François Fillon, de 62 años, como candidato presidencial.

Según los últimos sondeos, Fillon, un conservador católico que promete reformas económicas profundas, encabezaría la primera vuelta, por delante de la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, que tiene grandes posibilidades de pasar a la segunda vuelta de las presidenciales como lo hizo su padre, Jean-Marie Le Pen, en 2002.

“Los primeros ministros van a intentar hacernos creer que no tienen ninguna responsabilidad sobre el balance del quinquenio de Nicolas Sarkozy y François Hollande. Nuestro deber es recordarles que los primeros ministros tienen una responsabilidad integral en las políticas llevadas a cabo”, declaró Le Pen con Fillon y Valls en la línea de mira.

Durante su alocución, Hollande pidió a los franceses rechazar el populismo y el extremismo en las presidenciales del próximo año. “Se lo digo claramente, francamente: el peligro más grande, es el proteccionismo, el ostracismo, sería un desastre”, señaló.

Esta advertencia tiene un eco aún mayor en momentos en que Europa retiene su aliento, pendiente de las urnas en Austria este fin de semana, frente al posible ascenso al poder de la extrema derecha.

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