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Invocado en el Brexit, repetido durante la campaña de Donald Trump, traído una y otra vez a colación para definir gobiernos del Tercer Mundo: el término populismo aparece cada vez más en los análisis políticos, como es el caso este fin de semana en Italia y Austria.
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Pero el empleo de esta definición, cargada de historia y significados contradictorios, está lejos de ser algo anodino.
– ¿Cuál es la definición de populismo? –
“Es una palabra que se encuentra por todas partes, pero su definición en ningún lado”, escribió en 2012 el director de la revista francesa de análisis sociales y políticos Critique, Philippe Roger.
“Todavía hoy el término permanece difícil de definir”, porque es una palabra “polémica” y que “designa fenómenos muy diferentes”, dijo Roger a AFP.
Para Olivier Ihl, especialista de la escuela de Ciencias Políticas de Grenoble, la dificultad en definir populismo obedece a que la “palabra no constituye un concepto sino una categoría moralizante”.
Es una palabra para todo uso -agrega- que puede ser reemplazada, según los casos, por conceptos como nacionalismo, proteccionismo, patriotismo o xenofobia.
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Para la Real Academia Española, populismo significa “tendencia política que pretende atraer a las clases populares”.
La edición 2013 del diccionario francés Petit Robert avanza un poco más y explica: “Discurso político dirigido a las clases populares, fundado sobre la crítica del sistema y de sus representantes”.
En opinión de Olivier Ihl, esta definición es “vaga e inexacta”, porque, “como se vio en Austria, la clase media está concernida por este fenómeno tanto como las clases populares”.
El investigador estadounidense Marc Fleurbaey, de la Universidad de Princeton, define el término como “la búsqueda, por parte de los políticos carismáticos, de un apoyo popular directo en el marco de un discurso que pone en cuestión las instituciones democráticas clásicas”.
Esa definición parece adaptarse a varios de los gobiernos que irrumpieron en los últimos años en varios países latinoamericanos, como el caso del chavismo en Venezuela y el kirchnerismo en Argentina.
– ¿Donde y cuándo nació el populismo? –
El populismo nació en Rusia y en Estados Unidos a fines del siglo XIX. En la Rusia zarista, hacia 1870, designa a un movimiento agrario, de inspiración socialista, que apuntaba a la emancipación del campesinado, sometido a situaciones serviles.
En la misma época se aplica en Estados Unidos a un movimiento de protesta de pobladores rurales contra los bancos y las compañías ferroviarias.
Hacia mediados del siglo XX el término adquiere un nuevo matiz con la aparición en Brasil y Argentina de movimientos populares liderados respectivamente por Getulio Vargas y Juan Perón, ambos de tendencia nacionalista, con preocupación social y que evitan nutrirse tanto en la lucha de clases marxista como en una ideología fascista, más allá de algunos elementos corporativistas.
– ¿El populismo es solo de derecha? –
“No”, responde sin dudar Marc Fleurbaey, y explica que el “populismo puede aparecer también por la izquierda. Basta el ejemplo del exlíder venezolano Hugo Chávez”.
“En América Latina el término populista designa especialmente a los movimientos de izquierda”, coincide por su parte Olivier Ihl.
En Europa, en cambio, el populismo designa generalmente a movimientos de derecha o de extrema derecha, un uso “que corresponde a una tradición”, explica Philippe Roger.
“Popular es un adjetivo de izquierda, como en el caso de Frente Popular de Francia. Populista nunca fue un término de izquierda”.
De todas formas en el discurso de grupos radicales europeos de izquierda, como el caso de Podemos en España, hay elementos populistas como la oposición de los de ‘abajo’ a los de ‘arriba’, “pero sin recurrir entre sus argumentos a la xenofobia o el racismo”, lo que los separa de los populismos de derecha.
– ¿Avanza el populismo en Europa? –
Olivier Ihl, en un libro en 2003, había advertido sobre “el avance de estas formas de expresión política”.
Lo que entonces era “un espectro que espantaba a Europa, es hoy una fuerza política y social instalada e incluso en el poder”.
Y frente “al peso que ha tomado la Unión Europea en la definición de políticas públicas y las inquietudes sociales que suscitan las corrientes migratorias, la crítica de las patologías de la democracia ha sido retomada especialmente por los movimientos de extrema derecha”.
– ¿Donald Trump es populista? –
“Sí”, responde el estadounidense Marc Fleurbaey. “Intenta seducir a los hombres y mujeres sumergidos y critica el sistema, a los medios, las elecciones y el ‘establishment"”.
“No”, devuelve el francés Philippe Roger, para quien la campaña de Trump fue “la de una derecha dura, barnizada por un populismo retórico”.