Azotado por importantes pérdidas territoriales en Irak y Siria, el grupo Estado Islámico (EI) trata de imponerse en Egipto, donde el ejército trabaja para expulsar a los yihadistas asentados en el Sinaí.
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Desde 2013, el grupo que se ha convertido en la rama egipcia del EI dirige una insurrección violenta en el norte de la península.
Provincia del Sinaí ha matado a cientos de policías y de soldados, ocho de éstos, el jueves en un ataque con coche bomba en un puesto de control.
El grupo también reivindicó el atentado contra un vuelo chárter ruso que le costó la vida a 224 personas en octubre de 2015, un duro golpe para el sector turístico egipcio.
Aún así, los yihadistas del Sinaí han fracasado en su intento de conquistar territorios habitados.
En julio de 2015, un asalto que lanzaron para ocupar la pequeña ciudad de Sheij Zuweid fue abortado por el ejército.
Y aunque el grupo trate de mantener la presión con una guerra de desgaste, cada vez se está viendo más arrinconado.
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Los militares echan abajo las viviendas de la frontera con la Franja de Gaza para crear una zona tampón y destruir los túneles clandestinos, mientras que las carreteras que enlazan la península con el resto de Egipto están salpicadas de puestos de control.
– ‘Corto plazo’ –
Según Jantzen Garnett, experto de Navanti Group Analytics, “el mayor éxito del ejército es haber conseguido, de manera general, limitar la insurrección en el norte del Sinaí” lanzada en 2013 tras el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi y el inicio de una sangrienta represión contra los islamistas.
“El ejército ha llevado a cabo progresos a corto plazo, pero el grupo yihadista sigue adaptándose y esos avances no deben ser considerados como un éxito a largo plazo”, advierte Garnett.
Desde que no consiguieran apoderarse de Sheij Zuweid, los yihadistas se han volcado en otro tipo de operaciones, explica Mojtar Awad, investigador de la universidad George Washington de Estados Unidos.
“Se concentran en los ataques terroristas, entierran artefactos explosivos, dirigen más ataques de francotiradores”, afirma.
Los combatientes han recurrido al asesinato y secuestro de oficiales y a la ejecución de informadores de la policía, a veces, en público, como hicieron en dos ocasiones en las calles de El Arish, capital del norte del Sinaí.
El ejército sólo anuncia en contadas ocasiones la muerte de soldados en ataques y las pérdidas que comunica son difíciles de verificar de manera independiente.
En noviembre, los medios egipcios cubrieron el funeral de, al menos, diez soldados y oficiales, organizados al día siguiente de su muerte, ocurrida en ataques de los que no se informó.
Además, el ejército afirma haber abatido a cientos de yihadistas, quienes nunca comunican sus pérdidas.
– Jerarquía misteriosa –
La jerarquía de la rama del EI en el Sinaí sigue siendo un misterio.
En agosto, el ejército anunció que había matado a su jefe, Abu Doaa Al Ansari, sin aportar más detalles.
Su apodo ‘Ansari’, utilizado por los yihadistas para nombrar a los miembros oriundos de la península, lleva a pensar que se trataba de un beduino del Sinaí.
Sin embargo, un yihadista arrestado por las autoridades afirmó durante su interrogatorio que la identidad del jefe local del EI era desconocida y que éste hacía llegar sus instrucciones a través de un subordinado.
Por debajo del jefe, las responsabilidades se comparten entre los combatientes que comandan diferentes secciones, como seguridad, asuntos militares, fabricación de bombas o medios de comunicación.
El responsable de medios es Shadi Al Menei, célebre yihadista beduino, según un informe de la fiscalía al que tuvo acceso la AFP.
Menei ya fue un importante dirigente del grupo Ansar Beit Al Maqdis, rebautizado Provincia del Sinaí tras haber jurado lealtad al EI en 2014.
Ansar Beit Al Maqdis estaba formado por combatientes del Consejo de la Shura de los muyahidines, que perpetró ataques contra Israel tras la caída de Hosni Mubarak en febrero de 2011, a raíz de una revuelta popular.
Este grupúsculo reunía a yihadistas palestinos de Gaza y combatientes beduinos y dirigió ataques con bombas contra centros turísticos entre 2004 y 2006.