Bakersfield está a unas dos horas en coche de bastiones progresistas como Los Ángeles o San Francisco, pero parece que está muchos más lejos. Este es un ejemplo del Estados Unidos que Donald Trump conquistó.
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En esta pequeña ciudad de poco más de 360.000 habitantes, un 54% votó por el magnate inmobiliario frente al 39% que recibió Hillary Clinton, que conquistó dos tercios de los sufragios en el estado de California, tradicionalmente demócrata.
“Voté por Donald Trump porque sentí que haría algo, es un hombre de negocios”, explica Lane Selz, de 22 años, sentado frente a un sustancioso desayuno en el restaurante Pappy’s.
Son las 5 y media de la mañana y hay mucho movimiento en este establecimiento decorado con fotos de plataformas petroleras, logotipos de estaciones de servicio y bisontes disecados.
“Los pozos petroleros y la agricultura es lo que mantiene a Kern” el condado del que Bakersfield es capital, y “estamos en sequía y los precios del petroleo se vinieron abajo. Necesitamos que las cosas cambien”, dice Selz, resumiendo la opinión de los clientes de Pappy’s.
El precio del crudo cayó a la mitad en dos años y miles de personas perdieron su trabajo.
El padre de Selz, por ejemplo, fue despedido “después de 30 años como camionero” en los campos extracción de Kern, donde las torres se pierden de vista en el horizonte. Su amigo Burt Reynolds (24), que lo acompaña en la mesa, perdió igualmente su empleo, relacionado también con el petróleo.
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En una mesa más allá está Trevin Butler, de 43 años. Este camionero de barba roja y mostacho rizado cuenta cómo salió de la industria petrolera después de 14 años y después cómo le fueron cortando las horas como contratista hasta que se acabó el trabajo.
“Así se hace difícil cuidar de una familia”, asegura este padre de tres niños.
Y toda la culpa de la crisis se la echan a los demócratas y sus reglas anticontaminación, que juzgan excesivas y que el mismo Trump ha considerado que son “restricciones mortales en la producción de energía” y ha prometido revertirlas.
“Los liberales dicen que la industria petrolera es diabólica mientras conducen felices sus coches”, ironizó David Miller, propietario de una pequeña empresa de servicios petroleros.
– ¿Muro o legalizar indocumentados? –
La tradición republicana de Bakersfield es antigua. En esta población muy blanca, todos van a misa y portan armas de fuego. Se sienten más cerca del ‘Círculo de la biblia’ que de los hippies californianos que aún protestan contra el triunfo de Trump.
“Se puede tomar el condado de Kern y ponerlo en medio de Texas y nadie se daría cuenta. Estarían muy cómodos política y religiosamente”, explica Mark Martínez, jefe del departamento de Estudios Políticos de la Universidad del estado de California en Bakerfield, y un fervoroso demócrata.
Los primeros pobladores de Bakerfield son granjeros de Oklahoma que llegaron después de la hambruna causada por los tornados del ‘Dust Bowl’ (Cuenco de Polvo) en la década de 1930.
Los ‘Okies’, un termino que se acuñó con ese éxodo, son a menudo ridiculizados en EEUU como campesinos incultos, pero en Bakerfield hay más bien orgullo de su ascendencia.
“Nos sentimos relacionados con la gente trabajadora a pesar de que nos llaman deplorables”, subraya Les Clark, presidente de la Asociación de productores independientes de petróleo, en una referencia al término usado en la campaña por Clinton que escandalizó a los seguidores de Trump.
“Muchos de nosotros tenemos estudios, creo que se nos subestima”, añade, haciéndose eco del descontento de muchos electores que se sintieron despreciados por Clinton y cansados del ‘establishment’ de Washington.
“Por eso confiamos en alguien que no es un político usual”, indica por su parte Beatris Sanders, directora ejecutiva de la oficina de Agricultura de Kern, en su casa rodeada de almendros y cerezos.
Esta lobista espera que el futuro presidente cumpla su promesa y rompa acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA en inglés), que considera perjudicial para las exportaciones estadounidenses.
Sin embargo, aunque muchos en Kern apoyan la propuesta de construir un muro en la frontera con México y deportar millones de indocumentados, Sanders asegura que la mayoría de los agricultores apuesta por el camino a la legalización de los trabajadores hispanos.
“El sector depende de ellos para la cosecha”, insiste.