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En ‘Eso no puede pasar aquí’, una novela de 1935, un estadounidense ignorante y demagogo llamado Buzz Windrip alcanza la presidencia con la promesa de devolver el orgullo, la riqueza y la seguridad a un país deprimido y medroso.
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Ocho décadas después, la obra satírica del estadounidense Sinclair Lewis (‘It can’t happen here’, en su versión original) se ha convertido en un superventas en internet tras la victoria del republicano Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos.
En el libro, un periodista que asiste a un mitin de Windrip lo describe como una persona “casi analfabeta, un mentiroso público fácilmente detectable”, y califica sus ideas de “casi estúpidas”.
El éxito de esta novela, escrita en pleno ascenso de los virulentos nacionalismos en Europa, refleja un nuevo interés por una de las décadas más turbulentas del siglo XX.
¿Se puede establecer un paralelo entre aquella época y la nuestra?
Tras el éxito del populista Donald Trump, el voto de los británicos a favor del Brexit y el ascenso de los partidos de extrema derecha en Europa, esta cuestión divide a los historiadores.
“No son las mismas épocas, nunca es la misma cosa, pero las reacciones son las mismas”, considera el historiador francés Pascal Blanchard, coautor del ensayo ‘Los años 30 están de vuelta’.
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“Estamos atravesando un período de cataclismo”, alertó el renombrado historiador británico Simon Schama tras la elección de Trump, recordando que Hitler llegó al poder a través de unas elecciones en los años ’30.
Sin llegar tan lejos, algunos señalan similitudes entre ambos períodos.
La tormenta económica desatada por la crisis de las ‘subprimes’ en Estados Unidos en 2008 remite a la Gran Depresión de 1930, provocada por el crack bursátil de 1929. Desalentados, resentidos e irritados con la élite financiera y política, los trabajadores pobres y los parados temían por el futuro de sus hijos.
Algunos empezaron a recelar de los judíos y los extranjeros, se extendió la nostalgia de un pasado idealizado, con un miedo difuso al enemigo, dentro y fuera de las fronteras. En aquel momento, la amenaza era comunista. Hoy es el islam radical.
Los años 1930 también se caracterizaron por el aumento de los intercambios internacionales, el desarrollo de los transportes marítimos y aéreos, la producción en masa, las películas producidas en Hollywood, etc., con la impresión de que el tiempo se aceleraba y el espacio se reducía.
Blanchard sitúa en esa década trágica “un principio de globalización” que generó miedos culturales y económicos parecidos a los de hoy.
– Papel de Alemania –
Para Antony Beevor, historiador superventas y experto en historia de Europa, la comparación no tiene sentido. “Para los alarmistas es demasiado fácil caer en la tentación de hacer simples paralelos históricos”, escribe en un análisis.
Su compatriota Ian Kershaw, conocido por sus estudios sobre Adolf Hitler, admite que durante su investigación sobre Europa en el período entre 1914 y 1949, detectó algunas similitudes que “ponen la piel de gallina”. Uno de los ejemplos es Austria, donde la extrema derecha podría imponerse en las elecciones presidenciales de principios de diciembre.
“Sin embargo, no creo que vayamos a volver al período negro de la década de 1930 ya que hay tantas diferencias como concordancias superficiales”, explicó a AFP.
Una diferencia significativa es el rol que tiene Alemania, percibida actualmente como un ejemplo de los valores democráticos en el mundo y considerada la piedra angular de la Unión Europea, explicó Kershaw.
Si bien en Europa hay casos como el de Hungría y el de Polonia, con unas democracias “un poco frágiles”, éstas no tienen nada que ver con los Estados autoritarios de hace 80 años, y el equilibrio entre las partidas destinadas al ejército y las consagradas al gasto social cambiaron completamente, dijo.
Richard Overy, especialista en la Segunda Guerra Mundial, opinó en el mismo sentido. “Vivimos en un mundo de países estables, ya no hay imperios coloniales y Occidente es más rico que nunca”, explicó a AFP.
“No hay resentimientos persistentes” como en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, y “la democracia se ha desarrollado y reforzado en todo el mundo. Por esta razón la comparación con la década de 1930 me parece tan fuera de lugar”, agregó.
La proliferación de armas nucleares cambió la forma de hacer las guerras y, por el momento, los gobiernos han evitado recurrir al proteccionismo, contrariamente al fenómeno que se produjo entre las dos guerras mundiales.
Para Pascal Blanchard no hay una nueva guerra mundial en el horizonte, pero el experto sí advirtió que no hay que confiar demasiado en el papel que pueden desempeñar las instituciones internacionales en los períodos difíciles.