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El ex primer ministro François Fillon, relegado durante mucho tiempo a un segundo plano, tiene muchas posibilidades de convertirse en el candidato de la derecha para la elección presidencial de 2017 en Francia, defendiendo un programa conservador y liberal.
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De 62 años, este hombre de carácter austero sorprendió el domingo al imponerse en la primera vuelta de las primarias de la derecha a los otros candidatos, inflingiendo una humillante derrota al expresidente Nicolas Sarkozy.
Indiferente ante los sondeos, que lo dejaban como simple figurante en la competición, explica que fue labrándose su camino durante meses “de forma tranquila, seriamente”. Su perseverancia se ha visto recompensada por “una ola”, “una potente dinámica”, confiesa.
Con un 44% de los votos en la primera vuelta, este apasionado de las carreras de coches, que creció cerca del gran circuito de Le Mans, en el oeste de Francia, tiene muchas posibilidades de ganar el domingo la segunda vuelta, frente al también exprimer ministro Alain Juppé.
Fillon, que nunca ha escondido su admiración por la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, siempre ha sido infravalorado en su partido.
“El primer ministro es un colaborador, el jefe soy yo”, había dicho de él en 2007 el entonces presidente Nicolas Sarkozy. Durante cinco años, Fillon dirigió el Gobierno francés bajo la sombra del ‘hiperpresidente’.
Diez años más tarde, este hombre discreto, que afirma jamás perder los estribos, se emancipó de la tutela abrumadora de Sarkozy.
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Durante la campaña, Fillon no dudó en atacar a su exjefe sobre el balance de su mandato y sus problemas judiciales. Sarkozy, el domingo por la noche, tras reconocer su derrota, anunció que lo apoyaría en la segunda vuelta.
Ambos políticos tienen un estilo muy diferente: uno cultiva una imagen de seriedad, de rigor y de honestidad, el otro defiende la energía, la firmeza e incluso el exceso. Sin embargo, los dos se sitúan en plena derecha autoritaria.
– Limitar la inmigración –
François Fillon, que en 2007 afirmaba ya que el “Estado estaba en bancarrota”, propone un programa radical de recortes del gasto público con la supresión de 500.000 puestos de funcionarios y un regreso a la semana laboral de 39 horas.
Casado con una británica, con la que tiene cinco hijos, este ferviente católico promete modificar la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo si llega el poder, pues es contrario a que las parejas homosexuales puedan adoptar. También está a favor de limitar la inmigración “al estricto mínimo”.
Autor del libro ‘Vaincre le totalitarisme islamique’ (‘Vencer el totalitarismo islámico’), propone privar de su nacionalidad a los franceses que se unan a los yihadistas. “Si son apátridas, no me quitaría el sueño”, dijo en una ocasión, sin reparar en el derecho internacional.
Asegura que sólo tiene una obsesión: “la soberanía nacional” y el lugar de Francia en el mundo, lo que le lleva a plantar cara a EEUU y a defender un acercamiento a Rusia.
Hijo de un notario, licenciado en derecho público, Fillon entró en política en 1976 como asistente parlamentario de un diputado. Cuatro años después, a la muerte de este último, ganó su circunscripción y se convirtió, con 27 años, en el diputado más joven de la Asamblea Nacional.
Después fue reelegido varias veces en su feudo de Sarthe, una zona rural y agrícola del oeste del país, hasta que fue escalando posiciones dentro del partido. De 1993 a 2005, formó parte de todos los gobiernos de derecha, pasando de la Educación Superior a los Asuntos Sociales.
En 2012, cuando Nicolas Sarkozy perdió las elecciones, Fillon intentó tomar las riendas del partido, el UMP, pero su rival, Jean-François Copé, supo imponerse. Tras plantearse crear un grupo disidente, acabó volviendo a las filas para preparar metódicamente su venganza.