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Con su documento de identidad y teléfono en mano, decenas de hombres y niños iraquíes avanzan en fila en una calle polvorienta del este de Mosul hacia un grupo de oficiales de inteligencia que los esperan a la entrada de una mezquita.
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“¡Alto! ¡Deténganse allí!”, dice al grupo un oficial de policía, mientras cachea nerviosamente a los primeros para asegurarse de que no tengan armas o chalecos de explosivos.
Al mediodía, en lugar de las oraciones habituales, los hombres son conducidos a la mezquita para ser interrogados por la policía federal y los servicios de inteligencia antiterrorista.
Las fuerzas iraquíes despliegan desde hace un mes una ofensiva destinada a arrebatar al grupo Estado Islámico (EI) su bastión de Mosul.
Tras conquistar un barrio determinado, concentran a los varones mayores de 13 años en mezquitas locales o escuelas para interrogarlos acerca del grupo yihadista.
“Si tienen nombres, nos los tienen que dar. O cualquier información”, grita el policía a los hombres en fila.
Unos 30 son escoltados hacia la mezquita, mientras que los demás permanecen en fila.
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A uno de ellos lo obligan a bajarse los pantalones para asegurarse de que no tiene explosivos. Permanece de pie con los brazos extendidos y un cigarrillo encendido en la boca.
– Mensajes de texto –
Una vez dentro del patio de la mezquita, cada uno entrega su documento de identidad y su teléfono a tres agentes de inteligencia atareados con sus ordenadores portátiles.
Los agentes verifican si los nombres figuran en sus listas de presuntos combatientes del grupo EI y revisan sus mensajes de texto a la búsqueda de información potencialmente incriminatoria.
“Tomamos sus documentos y los vamos llamando, uno por uno”, dice el mayor Alaa Abdel Omran, de los servicios de inteligencia. “Si no tiene antecedentes terroristas, dejamos que se vaya a casa”, explica a AFP.
La mayoría son dejados en libertad pocos minutos después, y a su salida, los agentes iraquíes los exhortan a recalcar en sus declaraciones a la prensa que el procedimiento fue justo y amable.
Uno de ellos es sin embargo escoltado fuera de la mezquita por la policía federal con el rostro cubierto y una camiseta con el logo de los servicios de seguridad por encima de su propia ropa.
Lo toman del brazo y lo alejan del resto del grupo, supuestamente para que los conduzca al domicilio de un miembro del grupo EI.
Las fuerzas iraquíes aseguran que los informantes locales han sido cruciales para su avance dentro de Mosul, especialmente a medida que se abren camino en distritos densamente poblados del este.
El mayor Hazem al-Bahadli, que dirige el regimiento Salahedín de las fuerzas antiterroristas, dice que dispone de al menos tres o cuatro fuentes informantes locales por barrio.
“Nos envían mensajes de texto acerca de cuántos combatientes de Daésh hay en un lugar determinado, dónde están colocando coches bomba o ubicando a sus francotiradores”, indica a AFP, utilizando el acrónimo en árabe del EI.
– No avanzar a ciegas –
Bahadli muestra a AFP uno de los mensajes de texto en el que se menciona que “combatientes chechenos” están tomando posición en edificios altos de la zona.
Recibe números de teléfono de potenciales informantes de parte de parientes y vecinos que huyeron, o de residentes de barrios recientemente retomados que tienen conocidos en distritos adyacentes. “Gracias a estas informaciones no estamos avanzando a ciegas en estos barrios, sabemos exactamente dónde está el enemigo”, agrega.
Los miembros del grupo EI a veces logran infiltrar la red de informantes para diseminar rumores, como la amenaza de un ataque químico.
Cuando sus fuerzas capturan un barrio, Bahadli logra ponerse en contacto con algunos informantes con los que nunca había estado en persona y que sólo conocía a través de mensajes de texto.
“Va a venir preguntando por mí porque me conoce de nombre. Mi trabajo consiste en ayudarlo, del mismo modo en que él me ayudó a mí”, explica Bahadli.
Si llegan a ser sorprendidos por los yihadistas ayudando a las fuerzas iraquíes, los habitantes de Mosul pueden pagar con su vida, según Husamedínn al-Abar, miembro del consejo provincial de Nínive. “El grupo EI ejecutó a unas 60 personas hace unos días y colgó sus cuerpos de postes de electricidad en el oeste de la ciudad, acusándolos de haber colaborado con las fuerzas de seguridad”, dijo.