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Las negociaciones del clima avanzan con o sin Trump

El mundo cuenta con el “pragmatismo” del presidente electo estadounidense, Donald Trump, para mantener la lucha contra el cambio climático, declaró este viernes el presidente de la conferencia del clima de Marrakech, en la que 196 países reafirmaron su voluntad de seguir adelante.

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Las negociaciones se prolongaban el viernes en la ciudad marroquí, pero el espíritu del histórico Acuerdo de París, firmado el año pasado, se mantiene vivo, coincidieron los participantes y observadores.

El cambio climático es una realidad científica y la lucha para combatirlo es “irreversible”, y además es una oportunidad de negocios, reiteraron los asistentes en una proclamación solemne.

Trump, un populista que ha convulsionado el escenario político mundial, considera el cambio climático una “patraña” y no descarta sacar a su país del acuerdo.

El actual presidente de las negociaciones de la COP, El canciller marroquí Salaheddine Mezouar, optó por apelar al “pragmatismo” de Trump, un exitoso hombre de negocios.

“Nosotros continuamos nuestro camino, no tenemos estrictamente ninguna duda sobre el espíritu de pragmatismo del presidente Donald Trump” y su “sentido del compromiso”, dijo.

Pero lo que se discute en Marrakech es también una cuestión de “dignidad de millones de personas” amenazadas por el calentamiento del planeta, advirtió.

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– Ritmo negociador lento –

Hace un año la comunidad internacional aprobó la declaración más firme alcanzada hasta ahora contra el cambio climático, y en esta Conferencia de Marrakech empezaron las complejas negociaciones para implementarlo.

Para ese acuerdo, que fuerza a las naciones a monitorear mutuamente sus esfuerzos contra el cambio climático, se necesitó más de una década de negociaciones.

Las discusiones se dividen en numerosos capítulos, principalmente financiación, transparencia (control mutuo) y transferencia de tecnología.

El ritmo negociador es lento y abierto en todos los frentes, como ha sucedido habitualmente en las grandes citas de la ONU sobre el clima. Nada está cerrado hasta que todo está concluido, reiteran negociadores y las organizaciones no gubernamentales.

“Nadie quería ir al enfrentamiento aquí, los debates han sido constructivos pero también algo caóticos y queda mucho por hacer” explicó a la AFP una fuente europea bajo anonimato.

“Tras una ciclo de negociaciones largo y difícil (…) no se podía esperar grandes resultados concretos aquí”, reconoció a la AFP la ex secretaria de Medio Ambiente española, Teresa Ribera, directora del think tank Iddri.

En el capítulo de financiación, los países desarrollados se habían comprometido a desembolsar 100.000 millones de dólares anualmente a partir de 2020.

Los países en desarrollo y en especial los más atrasados piden que esas ayudas se concreten en la adaptación al cambio climático, lo que significa infraestructuras, como diques o canales para luchar contra las inundaciones, o planes de desarrollo agrícola contra las sequías.

Los países ricos siguen planteando que también hay que destinar fondos a lo que se denomina mitigación, es decir, a la progresiva extinción de los focos emisores de gases de efecto invernadero, como las centrales de carbón.

Esta semana países europeos, Japón y Estados Unidos anunciaron inversiones para un Fondo de adaptación por 80 millones de dólares. Una gota de agua frente a las necesidades de los países en desarrollo, que la ONU calcula que pueden llegar a superar fácilmente esos 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.

En cuanto a la transparencia, los países debaten la conveniencia de crear una plataforma que recoja periódicamente las acciones de lucha contra el cambio climático de cada país.

Según el Acuerdo de París, los países deben presentar sus avances medioambientales cada cinco años. Pero antes hay que ponerse de acuerdo sobre los criterios científicos universales.

Antes de la conferencia de París de 2015 un número récord de países anunció por primera vez en la historia sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero hacia el horizonte 2030.

Pero la forma de contabilizar esas emisiones difiere de unas regiones a otras, o incluso entre países vecinos.

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