El director nacional de inteligencia de EEUU, James Clapper, anunció este jueves que presentó su carta de renuncia, al tiempo que el presidente electo Donald Trump forma el nuevo gobierno.
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Clapper, cuya función es coordinar el trabajo de 17 agencias de inteligencia -como la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)-, presentó su renuncia después de seis años en el cargo.
“Presenté anoche mi carta de renuncia”, explicó Clapper, un teniente general de la Fuerza Aérea, durante una audiencia de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes del Congreso de EEUU.
Clapper añadió que, por lo tanto, no estará disponible para trabajar el día que el gobierno de Trump asuma sus funciones, el 20 de enero. “Tengo aún 64 días de trabajo, y sé que tendré serios problemas con mi esposa para cualquier cosa después de esa fecha”, comentó.
Casi simultáneamente, el Directorio Nacional de Inteligencia informó en su sitio web oficial de que Clapper “firmó una carta de renuncia efectiva el mediodía del 20 de enero de 2017”.
La gestión de Clapper al frente del complejo de la inteligencia estadounidense estuvo marcada por la fuga de documentos del NSA que dejaron al descubierto una gigantesca recopilación de datos en las comunicaciones de los estadounidenses.
En 2013 Clapper había negado, en un testimonio ante el Congreso, que esa agencia reuniera esa información de las empresas estadounidenses de telecomunicaciones.
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Sin embargo, meses después de esa negativa el ex empleado de la NSA Edward Snowden filtró documentos secretos, generando así acusaciones contra Clapper por haber mentido al Congreso.
Los documentos filtrados mostraron también como Estados Unidos espiaba a sus aliados, descubrimiento que generó abiertas tensiones con países como Brasil, Francia y Alemania.
En una entrevista en 2014, Snowden dijo que fueron precisamente los desmentidos de Clapper lo que lo llevó a filtrar los documentos.
Seguidamente, Clapper condenó a Snowden por dañar la capacidad de EEUU de recolectar inteligencia y por entregar secretos estadounidenses a enemigos de Washington.
“Hemos perdido fuentes fundamentales de recolección de inteligencia extranjera, incluyendo información compartida con nosotros por valiosos asociados”, dijo Clapper en 2014.
No obstante, en otra entrevista Clapper había admitido que las revelaciones propiciaron un debate sobre la necesidad de balancear los derechos a la privacidad y los poderes del gobierno de recolectar inteligencia, un debate que en su visión “precisaba ocurrir”.