Excluido del poder tras de la derrota de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales, el Partido Demócrata realiza un examen de conciencia para tratar de resurgir ante un electorado que ha defraudado: los estadounidenses blancos desencantados con la globalización.
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“Hemos recibido una paliza, tuvimos una derrota inesperada”, reconoció el legislador George Kenneth Butterfield en un Capitolio en ebullición en Washington. “Debemos recalibrar y decidir de qué modo avanzar, es como la muerte: atraviesas varias etapas de duelo”, agregó.
Por primera vez desde 2006, los demócratas han quedado fuera de la Casa Blanca y son minoría en las dos cámaras del Congreso.
Hillary Clinton se niega a hacer un ‘mea culpa’, pero los demócratas, que aspiran a recuperarse para las elecciones senatoriales de 2018 y las de 2020, cuando se renovará presidente, la totalidad de la Cámara de Representantes y parte del Senado.
También analizan el mapa de los resultados de las presidenciales del 8 de noviembre: en las regiones industriales del oeste de Estados Unidos, Pensilvania, Wisconsin, Ohio y Michigan, los electores blancos votaron de forma masiva por Donald Trump.
La coalición de minorías, principalmente negros e hispanos, no fue suficiente para contrarrestar la ola de trabajadores y trabajadores blancos no cualificados que votaron por Trump. A nivel nacional, un 67% de ellos votó por el Partido Republicano, según sondeos a boca de urna.
“Necesitamos que los trabajadores de cuello azul voten azul”, el color de los demócratas, dijo Tim Ryan, legislador por el estado de Ohio, epicentro del fenómeno Trump en las elecciones.
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“Para hacer lo que necesitamos, el mensaje y el mensajero deben conectar con ellos y traerlos de vuelta al campo demócrata”, agregó Ryan, crítico de Clinton, percibida como representante del ‘establishment’ después de tres décadas de vida pública.
“Donald Trump fue capaz de explotar la ansiedad económica con su mensaje proteccionista”, subrayó Hakeem Jeffries, legislador por Nueva York, en el canal parlamentario.
“Tenemos que revisar cómo estamos comunicando nuestro mensaje, pues tenemos buenas ideas, pero la gente no escucha lo suficiente”, declara.
– Lucha de jefes –
La reconstrucción del Partido Demócrata deberá comenzar por las instancias dirigentes de Washington, y la carrera ya ha comenzado.
“Espero sinceramente que hagamos ‘tabula rasa’ en el partido; tienen que irse todos”, dijo este fin de semana el director de cine y militante demócrata Michael Moore al canal CNN.
Uno de los candidatos más sonados es Keith Ellison, uno de los primeros legisladores del Congreso que apoyó a Bernie Sanders en las primarias, y cuya campaña fue considerada bastante atrevida en momentos en que todo el ‘establishment’ demócrata apoyaba a la exsecretaria de Estado.
“No es suficiente para los demócratas pedir a los electores su apoyo cada dos años”, argumentó Ellison. “Tenemos que acompañarlos cada vez que pierdan su salario o cuando aumenten los gastos escolares”, agregó.
Sin embargo, Ellison, negro musulmán, proviene de un área urbana de Minesota que no se asemeja en nada a las zonas rurales y los suburbios que los demócratas quieren conquistar.
Otro candidato declarado es el populista Howard Dean, cuya candidatura fracasó en las primarias de 2004.
Otra contienda se desarrolla en los corredores de mármol del Congreso, centro neurálgico de la política estadounidense.
Los demócratas en la Cámara de Representantes deben, como de costumbre, elegir a un jefe de bancada, puesto que actualmente ocupa Nancy Pelosi, de 76 años, y legisladora por San Francisco.
Sin embargo, el nombramiento previsto para esta semana se ha postergado y la elección se realizará el 30 de noviembre.
Tim Ryan, legislador por Ohio de 43 años y que aspira a generar un diálogo con los trabajadores de cuello azul, podría ser nombrado líder de la bancada demócrata en la Cámara baja, lo que simbolizaría un cambio de generación.
En esta necesaria refundación, el saliente presidente, el demócrata Barack Obama, espera “ver emerger nuevas voces y nuevas ideas” en el partido.
Según el mandatario, la solución para la renovación pasa por una nueva configuración del territorio estadounidense para los demócratas, no sólo de los grandes centros urbanos donde el partido ha tendido a enfocarse.
Desde Atenas, Obama subrayó el miércoles que las desigualdades “entre países y dentro de los países” alimentan “un profundo sentimiento de injusticia”, e instó a un “cambio de rumbo” en la globalización.