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Feroces opositores de la inmigración en su equipo, un muro con México y deportación para tres millones de indocumentados: los primeros anuncios de Donald Trump sugieren el inicio de una era “radical” de la cual aún se conoce poco y nada.
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Trump anunció el fin de semana en su primera entrevista tras la elección presidencial que deportará a entre dos y tres millones de inmigrantes indocumentados peligrosos o con antecedentes penales, en lo que podría parecer a primera vista una flexibilización de su promesa electoral de deportar a los 11 millones de indocumentados que viven Estados Unidos, en su mayoría mexicanos y centroamericanos.
Pero ese anuncio y los primeros nombramientos en su equipo de transición sugieren “un acercamiento muy agresivo y duro hacia los inmigrantes”, dijo a la AFP el abogado Michael Kagan, director de la Clínica de Inmigración de la Universidad de Nevada en Las Vegas.
“Deportar a 2 o 3 millones sería una medida radical. La preocupación es de dónde sacará esos 3 millones. No hay evidencias de que hay 2-3 millones de indocumentados criminales en Estados Unidos. Me temo que habrá que considerar a personas que cometieron delitos muy leves, o hace mucho tiempo, o incluso infracciones de tránsito”, explicó.
Trump precisó que su prioridad junto a las deportaciones de “criminales”, “narcotraficantes” e “integrantes de pandillas” es tornar la frontera de 3.200 km con México “segura” mediante la construcción de un muro, y en determinadas partes, una cerca. Y solo después verá qué hacer con el resto, “que son gente estupenda”, afirmó.
Presionado por los conservadores, el presidente Barack Obama deportó a dos millones de inmigrantes durante sus ocho años de gobierno, más que ninguno de sus predecesores, pero la mayoría fueron casos de personas detenidas en la frontera, no inmigrantes que hace años vivían y trabajaban en Estados Unidos.
– ¿El fin de un sueño? –
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Trump ha prometido asimismo acabar con el programa DACA, creado por Obama y que protege a unos 740.000 jóvenes traídos a Estados Unidos ilegalmente en su infancia.
Muchos de estos jóvenes han vivido casi toda su vida en Estados Unidos, algunos solo hablan inglés y hasta ahora carecían de papeles, por lo cual no podían estudiar en la universidad ni trabajar legalmente.
La acción ejecutiva de Obama otorgó a estos “Soñadores” (“Dreamers”), como son llamados, y a sus familias un permiso de trabajo y una prórroga a la deportación, habilitándolos a asistir a la escuela y a la universidad, graduarse y conseguir empleo.
Pero Trump nunca precisó si poner fin al DACA significa no aceptar más nuevos aplicantes, o deportar a los que ya están protegidos por el programa.
“No estamos seguros de lo que hará, pero los inmigrantes deben prepararse para lo peor”, dijo Kagan.
El alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio, dijo tras la elección de Trump que una base de datos con información de miles de indocumentados -recolectados para entregarles tarjetas de identidad- podría ser destruida para que no llegue a sus manos.
– Un equipo de ‘duros’ –
Trump designó en su equipo de transición a Kris Kobach, secretario de estado de Kansas y arquitecto de una draconiana ley aprobada en Arizona en 2010 conocida informalmente como “Los papeles por favor” que permite a las autoridades preguntar a los ciudadanos cuál es su estatus migratorio cuando hay “sospechas razonables” de que no tienen papeles. La ley fue imitada por otros estados conservadores.
Kobach defiende asimismo la “autodeportación”, un feroz endurecimiento de las leyes migratorias que torna casi imposible una vida normal para los indocumentados y los lleva a abandonar el país.
Otro nuevo integrante del equipo de transición de Trump es el senador Jeff Sessions, feroz opositor de los inmigrantes y que podría ser el nuevo secretario de Defensa o fiscal general.
Trump dejó claro “que piensa convertir la retórica de su campaña en acciones reales y avanzar con acciones punitivas y agresivas para deportar inmigrantes sin un debido proceso”, denunció Beth Werlin, directora ejecutiva del American Immigration Council, una ONG de defensa de los inmigrantes, en un comunicado. “Esto es inaceptable”.
Trump también prometió en su campaña no otorgar más fondos federales a las “ciudades santuario”, más de 20 ciudades estadounidenses que han indicado que no procesarán a indocumentados solo por el hecho de no tener papeles.
El alcalde de Chicago y exjefe de gabinete de Obama, Rahm Emanuel, ratificó que su ciudad seguirá teniendo “un compromiso con la inclusión”. “Quiero asegurar a todas nuestras familias que Chicago es y seguirá siendo una ciudad santuario”, dijo el fin de semana.