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Las sirias, sin esposos, a merced de los yihadistas

Sirias que vivieron bajo el mando del grupo Estado islámico (EI) cuentan cómo destrozaron las parejas en sus pueblos, donde los yihadistas impidieron a los maridos que trabajaban en el extranjero regresar a casa.

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“Dáesh (acrónimo árabe del EI) destrozó nuestras familias”, dijo una mujer que se presenta bajo el pseudónimo de Houda.

Con su pequeña hija de cinco meses huyó de Al Hisha, pueblo que estaba hasta el miércoles en manos de los yihadistas.

Forma parte de los miles de desplazados congregados cerca de camiones cargados con su pertenencias en un campamento improvisado a la entrada de Ain Issa.

Esta ciudad está situada a unos 50 kilómetros de Raqa, “capital del EI” que es objeto de una ofensiva de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), alianza dominada por los kurdos.

“Mi marido trabaja en Líbano y solo vio a su hijo una sola vez en foto por WhatsApp. Luego, el EI prohibió cualquier comunicación” entre nosotros, dice esta mujer.

“Quería tanto que viera a su niño, pero Dáesh le prohibió regresar al pueblo. No estuvo a mi lado en los momentos más duros”, agregó Houda sin dar más explicaciones.

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Este campamento improvisado tiene pocos hombres. Son en su mayoría mujeres, algunas embarazada, y niños, que huyeron de los combates para refugiarse de lado de las FDS.

– Maridos en el extranjero –

Junto a Houda, en el suelo, varias mujeres amamantan a sus bebés. La resignación se lee en los rostros fatigados y manchados de polvo.

La mayoría de los desplazados no había comido el miércoles y esperaba ayuda, otros tenían algunas legumbres que tomaron antes de huir hacia Ain Issa.

Pero, para muchas mujeres, el rencor es también en contra de sus esposos. “La mayoría de quienes se fueron a trabajar a otros países ya no regresan y abandonan a sus hijos”, afirma Houda.

Maram, de 35 años, como algunas desplazadas, lleva un manto que cubre su rostro salvo los ojos. “Tengo cinco niños, mi marido trabaja en Líbano y se casó allá. Vivo en condiciones financieras difíciles y no puedo alimentar a mis niños”, deplora.

No lejos, los niños, con cabellos sucios y desordenados, juegan tranquilos.

Cuando se interroga a las mujeres sobre sus relaciones con el EI en el pueblo de Al Hicha, mencionan las sumas de dinero que les proponían los yihadistas a algunas de ellas.

– Dote de yihadistas –

Junto a un automóvil cargado de cosas y madera, Fatima Abbas, de 38 años, asegura con frases entrecortadas que “la mayoría de las mujeres” del pueblo “se casaron con yihadistas del EI que las sedujeron con dinero”.

“Pagaban una dote de un millón de libras sirias (2.000 dólares, 1.800 euros, ndlr)”, asegura esta mujer, con su bebé dormido.

Temiendo que las mujeres desplazadas tengan lazos estrechos con los yihadistas, los miembros de las Assayech (policía kurda) revisan sus pertenencias, en busca de armas, CD o documentos que puedan mostrar una pertenencia al grupo ultraradical.

Rouqaya, de 25 años, también de Al Hicha, afirma también que un yihadista le pidió matrimonio a cambio de una suma de dinero.

“Pero lo rechacé, los detesto”, dice, con el rostro oculto por un velo.

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