La victoria de Donald Trump en Estados Unidos fue recibida como un balde de agua fría en Francia, donde la hipótesis de una victoria de la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, en las elecciones presidenciales de 2017 no puede ser totalmente descartada.
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“Felicitaciones al nuevo presidente de Estados Unidos Donald Trump y al pueblo estadounidense, ¡libre!”, tuiteó la presidenta del Frente Nacional (FN) una hora antes de que se oficializaran los resultados del otro lado del Atlántico.
El vicepresidente del partido de extrema derecha, Louis Aliot, aplaudió por su parte lo que calificó de “corte de mangas a una élite arrogante”.
“Hoy Estados Unidos, mañana Francia. ¡Bravo!”, escribió exultante en Twitter el fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, quien cedió las riendas de su partido a su hija en 2011.
“La elección de Donald Trump es una buena noticia para Francia”, estimó posteriormente la líder de extrema derecha en una declaración retransmitida por televisión.
Francia celebrará el próximo año elecciones presidenciales. Según las encuestas, Le Pen se calificaría a la segunda vuelta, como lo hizo su padre en 2002. Pero sería derrotada por el candidato de centroderecha, posiblemente el moderado Alain Juppé o el expresidente Nicolas Sarkozy.
Pero Marine Le Pen espera demostrar que los sondeos se pueden equivocar. Las encuestas de opinión no anticiparon la victoria de Donald Trump, el Brexit o el rechazo al acuerdo de paz con las FARC en Colombia.
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– “Marine Le Pen puede ganar” –
El riesgo de que el escenario estadounidense se reproduzca en Francia levantó inquietud entre los dirigentes políticos franceses.
La victoria de Trump es una “advertencia adicional para los que piensan que Marine Le Pen no puede llegar al poder en Francia en 2017”, escribió el diario francés de izquierda Libération.
La elección que ha hecho el pueblo estadounidense muestran que “el populismo extremista puede ganar”, comentó por su parte el ex primer ministro de derecha Jean-Pierre Raffarin. “Incluso Marine Le Pen, con sus respuestas simples, puede ganar en Francia”.
Para el presidente François Hollande, los políticos deben “tomar consciencia de las inquietudes que provocan los desórdenes del mundo en los pueblos”.
En efecto, la extrema derecha francesa ha logrado capitalizar los temores que se han levantado en el país tras la mortífera oleada de ataques yihadistas, centrando el discurso político en la inmigración y la identidad nacional, sus temas predilectos.
Además, el flujo migratorio, sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, juega a su favor ya que exacerba los sentimientos xenófobos entre algunos sectores de la población.
Le Pen, que terminó tercera en las elecciones presidenciales de 2012, tiene otra “ventaja enorme, el no haber nunca estado en el poder”, señaló recientemente el investigador Jean-Yves Camus. Una ventaja con la que contaba también Trump.
“No participamos en el sistema” declaró el mes pasado la líder ultraderechista francesa en una entrevista con la cadena CNN, trazando un paralelismo entre su candidatura y la del magnate del sector inmobiliario, a quien ya había declarado su apoyo en julio.
“No dependemos de nadie, no vamos a recibir órdenes de tal o cual potencia financiera o de tales o cuales intereses de las multinacionales”, aseguró.
Aún así, el sistema electoral francés, un sistema mayoritario a dos vueltas, hace más difícil una victoria de Marine Le Pen.
Este sistema “hace que sea necesario contar con una coalición para convencer más allá de su propio campo y ganar”, explica el politólogo Joël Gombin.
Desde 1958, “ningún partido ha logrado obtener solo más del 50% de los votos” y “el Frente Nacional adopta justamente ese rechazo de las alianzas”, lo que seduce a una parte de los electores pero lo priva de votos en la segunda vuelta, agrega.