La clara victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos promete consolidar una Corte Suprema conservadora, un alivio para los religiosos tradicionalistas, los defensores del porte de armas y los poderosos intereses financieros.
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Si Hillary Clinton hubiera ganado la carrera a la Casa Blanca el martes, el alto tribunal con sede en Washington podría haber tenido una mayoría progresista por primera vez desde 1969.
Pero la institución que tiene la última palabra sobre los grandes debates de la sociedad estadounidense se inclinará hacia la derecha, posiblemente durante una generación.
Ello sucederá ni bien recupere los nueve jueces: tras la muerte del conservador Antonin Scalia, actualmente la Corte cuenta con ocho miembros, cuatro conservadores y cuatro progresistas.
Cuando uno de los jueces de la Corte Suprema muere o se jubila, su reemplazante es nombrado en forma vitalicia por el presidente en ejercicio y luego confirmado por el Senado.
Desde hace ocho meses, el Senado rechaza de forma obstinada darle el visto bueno al juez Merrick Garland, designado por Barack Obama para reemplazar a Scalia. Esta estrategia extrema, criticada porque sabotea el juego normal de las instituciones, terminó por dar resultado.
Además de nombrar él mismo al noveno juez, Trump sabe que su elección contará con la anuencia del Senado, que tras los comicios del martes conservó la mayoría republicana.
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– Un noveno juez pro-Trump –
En reemplazo de Scalia “seguramente nombrará un juez conservador del estilo del juez Scalia porque esa será para él una manera fácil y visible de contentar a su base electoral”, dijo a la AFP el experto Thomas Lee.
Nombrado por Ronald Reagan en 1986, Antonin Scalia encarnó durante tres decenios los temas más caros a los conservadores en materia de familia, religión y orden público.
Este católico tradicionalista se oponía abiertamente al aborto y a la unión entre personas del mismo sexo. Apoyaba, además, la pena de muerte y el porte de armas. Era también conocido por su interpretación literal de la Constitución.
Durante su campaña, Trump publicó una lista de 21 nombres, entre los cuales 20 jueces. Uno de ellos debería ser el elegido.
La mayoría son blancos y conservadores, y solo cuatro mujeres. Algunos criticaron abiertamente el matrimonio homosexual, autorizado en 2015 por la Corte Suprema.
Dada la edad avanzada de algunos de los actuales jueces, es posible que Trump tenga la ocasión de reemplazar durante su mandato a otros miembros del alto tribunal, venerado guardián de la Constitución.
La decana es la progresista Ruth Bader Ginsburg, de 83 años, seguida por el conservador moderado Anthony Kennedy, de 80 años, y el progresista Stephen Breyer, de 78.
¿Qué consecuencias deben preverse con este amplio giro de la más alta instancia judicial estadounidense hacia la derecha?
Una Corte progresista se hubiera mostrado abierta a los recursos colectivos, a las regulaciones contra la polución, y a la discriminación positiva. Ahora habrá que esperar decisiones en sentido contrario.
– Importante papel –
Una Corte conservadora debería también reducir las diferencias en la reglamentación de porte de armas de fuego a nivel local, alentar a quienes respaldan la pena capital y apoyar a los poderosos lobbies que se oponen a limitar la financiación electoral.
En un reciente debate presidencial, Trump aseguró que con los jueces que nombraría para la Corte Suprema podría “automáticamente” anular “Roe vs. Wade”, el fallo histórico con el cual se reconoció a partir de 1973 el derecho de la mujer al aborto.
Esta decisión judicial histórica es constantemente atacada por los “pro-vida”, que se oponen a los “pro-elección” que militan por el derecho de las mujeres a decidir.
Este debate apasionado no se apaciguó nunca en Estados Unidos, contrariamente a otros países desarrollados.
Una encuesta realizada el martes mostró que, para el 75% de los partidarios del millonario, las designaciones presidenciales de miembros para la Corte Suprema eran un “factor importante” o “el factor más importante” de su voto.
Los demócratas van a depositar ahora sus esperanzas en el juez Kennedy, que a veces se inclina al campo progresista dentro de la Corte Suprema. Este conservador moderado recuperará su papel fundamental.