El vicepresidente electo de Estados Unidos, el conservador Mike Pence, tendrá en el gobierno la misma tarea que desempeñó en la campaña de Donald Trump, la de utilizar su experiencia y calma para establecer alianzas políticas.
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Gobernador del estado de Indiana (norte) desde enero de 2013, Pence se describe a sí mismo como “un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden”.
A los 57 años de edad, aportó a la campaña de Trump un aplomo y una madurez que rápidamente contrastó con la del explosivo candidato presidencial y además ayudó a construir un puente con la dirección del partido Republicano.
Cuando el equipo de campaña de Trump anunció su nombre como compañero de fórmula, la aspirante demócrata Hillary Clinton comentó que se trataba de “la opción más extrema de esta generación”, por considerar que Pence es un hombre “profundamente divisivo”.
Abogado de profesión, actuó durante años como presentador de programas de radio gracias a su voz grave y pausada, sin elevar nunca el tono.
Fue miembro de la Cámara de Representantes entre 2001 y 2013 y también presidente de la Conferencia Republicana entre 2009 y 2011.
Religioso fervoroso, Pence no esconde su apego a lo que considera los valores tradicionales de la familia y su hostilidad al aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo o la llegada de refugiados sirios en Indiana.
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El actual presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, quien prácticamente rompió relaciones con Trump, considera a Pence un “muy buen amigo”.
Al inicio de la campaña, el futuro vicepresidente formaba parte de un trío de favoritos para acompañar a Trump en la fórmula presidencial, junto al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich.
La influencia de los hijos de Trump, sin embargo, terminó por favorecer a Pence.
En el inicio de la campaña, Pence no escondió su simpatía por la candidatura del senador ultraconservador Ted Cruz.
Pero, aún después de haber sido escogido como compañero de la fórmula, nunca eludió expresar su desacuerdo con Trump.
Pence había considerado “insultante e inconstitucional” una propuesta lanzada por Trump en un debate de vetar el ingreso de musulmanes a Estados Unidos como herramienta para hacer frente al terrorismo.
Más tarde, en el medio de un escándalo al conocerse una grabación de Trump haciendo comentarios sexistas, Pence dijo no podía defender al polémico candidato por ello.
Pence y Trump no son particularmente cercanos, pero Pence representa un puente fundamental con los electores evangélicos y con los líderes del partido Republicano.