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Los nicaragüenses comenzaron a votar este domingo para elegir un nuevo presidente, en medio de polémica por la falta de observadores internacionales y de una oposición real al jefe del Estado saliente, Daniel Ortega, que aspira a un tercer mandato consecutivo junto a su esposa.
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Los centros electorales en el país, uno de los más pobres del continente, abrieron a las 07H00 locales (13H00 GMT) “en tiempo y forma normal y con tranquilidad”, afirmó el presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas.
“Hay mucha gente concurriendo a ejercer su voto” en diferentes puntos del país, dijo Rivas, aunque reportes de prensa señalan una baja participación en algunos municipios en el centro y zona norte del Caribe.
La elección ha estado dominada por Ortega, quien cumplirá 71 años el 11 de noviembre y disfruta de una amplia ventaja: según las últimas encuestas, cuenta con el 69,8% de los votos, bajo la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), muy por encima de los cinco candidatos de pequeños partidos derechistas.
Grupos opositores han llamado a los nicaragüenses a no votar para deslegitimar el proceso, al que califican de “farsa” por haber sido excluidos de participar en los comicios tras un fallo de la justicia.
La oposición busca impedir que Ortega, quien controla todo el aparato estatal, instaure una nueva dinastía en el país similar a la Somoza, familia que rigió los destinos de Nicaragua entre 1934 y 1979.
Pero Rivas minimizo los llamados de la oposición. “El pueblo nicaragüense siempre ha tenido vocación democrática (…) esa legitimidad la da el pueblo, no la da ningún extranjero, nosotros somos los que vamos a decidir”, dijo Rivas poco después de votar.
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Invitados del gobierno como acompañantes del proceso electoral, entre ellos, los expresidentes de Guatemala, Alvaro Colom, y de Paraguay, Fernando Lugo, visitaron los centros de votación.
Rivas anuncio que el reporte de resultados esta previsto para las 22h30 locales (04H30 GMT), cuatro horas después del cierre de la votación a las 18H00 locales (00H00 GMT).
Los nicaragüenses elegirán presidente y vicepresidente, 90 diputados de la Asamblea Nacional y otros 20 del Parlamento Centroamericano.
– Préstamos en peligro –
En la última década, Ortega acumuló un enorme poder político y económico gracias a la conducción de su partido, una alianza con el sector empresarial y el apoyo de Venezuela.
Según datos oficiales, entre 2007 y el primer semestre de 2016, Nicaragua recibió casi 4.800 millones de dólares en préstamos blandos e inversiones de Venezuela, que fueron manejados fuera del presupuesto y sin fiscalización.
La mayor parte fue invertida en proyectos de energía, desarrollo del comercio, grupos empresariales, agricultura, construcción de viviendas y programas sociales que permitieron reducir la pobreza de 42,5% a 29,6% entre 2009 y 2014, según datos oficiales.
Pero la crisis política y los bajos precios del petróleo afectaron los flujos de cooperación y el comercio con Venezuela, que hasta 2015 era el segundo socio en importancia de Nicaragua después de Estados Unidos.
No obstante, de acuerdo con el analista Cirilo Otero, profesor de sociología de la Universidad Centroamericana, el gobierno se ha preparado para sobrevivir sin Venezuela buscando petróleo en otros mercados como el estadounidense.
Por su parte el asesor económico del gobierno Bayardo Arce ha minimizado los efectos de la Nica Act, una ley estadounidense que propone limitar los créditos a Managua en los organismos financieros en los que Washington tiene poder de veto si Ortega no promueve reformas democráticas.
Nicaragua ha recibido desde 2007 cerca de 3.000 millones de dólares en préstamos para proyectos públicos y privados de organismos multilaterales, de los cuales más de 1.400 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de acuerdo con datos oficiales.
– De primera dama a vicepresidenta –
El anuncio de la candidatura de Rosario Murillo a la vicepresidencia hizo recrudecer las críticas opositoras hacia Ortega, acusándolo de querer imponer una dinastía familiar en el poder.
Militante sandinista desde la década de 1970 y madre de diez hijos, dos adoptados, esta excéntrica poetisa de 65 años conocida por su estilo autoritario es adorada por los simpatizantes de Ortega y apodada “bruja” por los opositores.
“Durante los últimos 10 años, la señora Murillo ha asumido en muchas ocasiones las funciones de jefe de Estado”, dijo a la AFP por correo electrónico Verónica Rueda Estrada, una experta en Nicaragua y profesora de la Universidad de Quintana Roo de México.
“Las cosas seguirán así y es posible que incluso se acentúen si ella obtiene la legitimidad de haber sido elegida”.