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Los cubanos en Miami juegan dominó entre discusiones políticas y el sonoro golpe de sus fichas. La escena se ha mantenido intacta desde hace décadas, pero algo clave cambió en estas elecciones: antes eran monolíticamente republicanos; ahora tienen el corazón dividido.
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Basta lanzar una pregunta para despertar la chispa del desacuerdo en el Parque Dominó de la Pequeña Habana: “El embargo ha sido una basura”, “¿Vas a negociar con el comunismo?”, “Donald Trump es un racista”, “Yo voto por el que me mantenga mis beneficios migratorios”.
No quieren contar por quién van a votar y bromean acusando al periodista de “espía”. Son los cubanos de la vieja guardia y cargan en su historia un largo recelo a la prensa.
Uno de ellos es Carlos Padrón, de 61 años, según quien el candidato republicano “Donald Trump dice muchas sandeces”.
“Es un hombre muy racista y yo, como latino, no estoy de acuerdo con él, porque se está metiendo con mi raza”, dice.
“Nadie te lo va a decir, pero la mayoría de los que están acá votan por él”, añade, señalando al medio centenar de jugadores. Sus tres compañeros de mesa asienten, en silencio. La jugada se tranca con un doble cuatro.
Los hispanos en general son mayoritariamente demócratas, pero los cubanoestadounidenses siempre se distinguieron por su conservadurismo. No obstante, esta tendencia ha cambiado en los últimos años debido al recambio generacional.
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La estrategia de Trump ha sido entonces, en su intensa campaña en Florida -un estado que necesita ganar para llevarse la presidencia-, seducir a los exiliados que llegaron en los años ’60 y ’70.
Lo hizo cuando, hace cerca de un mes, modificó su postura sobre las relaciones entre La Habana y Washington -con las que antes estaba vagamente de acuerdo- y mostró una línea dura contra el levantamiento del embargo. Y esto es música para los oídos de los cubanos ultraconservadores.
Trump volvió a lanzar el anzuelo el miércoles en un mitin en Miami: “Cancelaremos el acuerdo unilateral de Obama con Cuba si no conseguimos el acuerdo que queremos (…) y que incluye la protección de las libertades religiosa y política”.
La Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos le dio su inmediato apoyo.
¿Pero qué sentido tiene apelar a estos cubanos octogenarios cuando la comunidad cubano en Estados Unidos hoy día prefiere la apertura?
Una encuesta de la Universidad Internacional de Florida (FIU) divulgada el mes pasado mostró que 63% de los cubanoestadounidenses en Miami se oponen al embargo.
Según Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la FIU, Trump cuenta con que muchos de los cubanos más jóvenes, o llegados más recientemente, no podrán votar.
“Trump está apostando a que el voto más fuerte dentro de la comunidad es el voto conservador, el voto republicano y el voto de personas mayores de 65 años”, dice a la AFP. “En cambio, muchos de los jóvenes y los recién llegados no son ciudadanos”.
En cambio Hillary Clinton, que tiene más tracción entre los jóvenes y las minorías, ha sido firme en su apoyo a la apertura hacia Cuba en una jugada “bastante arriesgada”, según Duany.
No obstante, debido al cambio ideológico en la comunidad cubana en el país, esta postura no tuvo demasiado costo político entre sus electores.
Además, Clinton tiene otra carta bajo la manga: a pesar de que el discurso anticastrista de Trump gusta a los primeros exiliados cubanos, su retórica antiinmigrante es un hueso difícil de roer para ellos.
– He ahí el dilema –
Clinton promete una reforma migratoria integral y asegura que mantendrá la Ley de Ajuste Cubano que desde 1966 da beneficios migratorios a los cubanos. En cambio Trump criticó duramente esta medida a inicios de su campaña, aunque en su usual estilo pendular cambió más tarde de idea. No obstante, sí se ha mantenido firme en sus arengas contra la migración ilegal.
Por eso el candidato republicano ha generado división entre los cubanoestadounidenses conservadores, algo inédito en elecciones anteriores.
“La campaña de Trump que se inició en Miami combatiendo y criticando la migración mexicana tuvo su efecto sobre la comunidad cubana”, dice Duany. “Muchos cubanos se sintieron aludidos y desde ese entonces ha habido una resistencia a integrarse a su campaña”.
No obstante, muchos cubanos -precisamente porque gozan de beneficios migratorios- no se identifican con la causa antiTrump que ha movido a los hispanos.
“Estoy totalmente de acuerdo con asegurar las fronteras”, dice Denise Galvez, cubanaestadounidense y fundadora de Latinas for Trump. “Para mantener aquí a los inmigrantes buenos que quieren trabajar, hay que botar a los criminales primero”.
La comunidad cubana es clave en un estado de por sí importantísimo en la carrera por la Casa Blanca que se define el martes próximo. En Florida, ambos candidatos están esta semana empatados con 46,1% de las preferencias, según Real Clear Politics.
De acuerdo al instituto Pew, 31% de los electores hispanos en Florida son de origen cubano. Los hispanos en general componen el 18,1% del electorado de este estado de 20 millones de habitantes situado en el sureste del país.