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Ningún civil ni combatiente abandonó este viernes los barrios rebeldes del este de Alepo, sitiados por las fuerzas del gobierno sirio, durante la nueva “pausa humanitaria” decretada por Rusia y que finalizó al anochecer.
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El ejército sirio, apoyado por la aviación rusa, lanzó el 22 de septiembre una amplia ofensiva para reconquistar los barrios controlados por los insurgentes, en el este de Alepo.
Esta segunda “pausa humanitaria” debía supuestamente permitir la evacuación de civiles y heridos y la retirada de los combatientes rebeldes que lo desearan.
Pero la ONU hizo saber este mismo viernes que no estaba “implicada” en este “anuncio unilateral”, y un grupo rebelde denunció una iniciativa que “no tiene ningún valor”.
Además, los rebeldes sirios dispararon este viernes siete cohetes en dirección a la carretera del Castello, un corredor de evacuación del norte de Alepo destinado a la evacuación de combatientes y civiles, según la agencia oficial Sana, que acusó a los “grupos terroristas” de “impedir a los civiles abandonar los barrios del este”.
En Moscú, el ministerio de Defensa ruso anunció por su parte que dos soldados rusos del Centro de reconciliación resultaron “levemente heridos” por “disparos rebeldes”.
El 22 de octubre, una primera tregua unilateral de tres días en Alepo, instaurada por el ejército ruso y sirio, había expirado sin haber permitido la evacuación de civiles ni heridos, ni tampoco la retirada de los combatientes de los barrios del este.
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Las fuerzas del régimen, que controlan los sectores alrededor de estos barrios del este, bloquean el acceso a esta parte de la ciudad donde viven más de 250.000 personas privadas de ayuda humanitaria desde julio y amenazadas de escasez de alimentos.
Este viernes, los corredores humanitarios establecidos para las evacuaciones permanecieron desiertos.
Dos corresponsales de la AFP, presentes del lado rebelde y del lado gubernamental, constataron que nadie había recorrido uno de ellos, el paso de Bustan al Qasr.
– Rebeldes “no concernidos” –
Yaser Al Yusef, un jefe del grupo rebelde Nuredin Zinki, dijo que los insurgentes no están “concernidos” por esta tregua, que calificó de “instrumentalización política y mediática para aligerar las presiones internacionales ejercidas sobre Moscú”.
“Las evacuaciones médicas sólo pueden producirse si las partes en conflicto adoptan todas las medidas para garantizar un entorno adecuado, lo que no se ha hecho”, dijo por su parte este viernes David Swanson, portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
La tregua se produce en momentos en que los rebeldes han lanzado una amplia ofensiva desde la parte exterior occidental de Alepo, para intentar romper el asedio impuesto por el régimen sirio contra los barrios de la oposición desde hace más de tres meses.
Los combates se han reducido sin embargo en intensidad, constató este viernes un periodista de la AFP presente en los barrios del este.
El jueves, al menos 12 civiles murieron y 200 resultaron heridos por disparos de cohetes de insurgentes contra los sectores del oeste de la ciudad, en manos del gobierno.
Los beligerantes quieren controlar Alepo, una ciudad clave para asentar su poder en el norte de Siria, donde la guerra civil iniciada en 2011 ha dejado más de 300.000 muertos.
La ofensiva siro-rusa lanzada el 22 de septiembre, que causó la muerte de más de 500 personas y destrozos en infraestructuras civiles, suscitó numerosas críticas de la comunidad internacional, que acusó a Damasco y Moscú de “crímenes de guerra”.
Ello obligó a Rusia a anunciar el 18 de octubre un cese temporal de sus bombardeos como “gesto de buena voluntad”.
Finalmente, según Amnistía Internacional, una tregua “no se sustituye a un acceso humanitario sin obstáculos e imparcial”. Este organismo exige “la protección de civiles a largo plazo”.