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Es la recta final hacia las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la sede de la campaña del republicano Donald Trump en Miami luce vacía.
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Sólo un pequeño grupo de personas en torno a una mesa al fondo de la oficina practica en voz baja qué decir antes de llamar a un potencial votante.
“Tradicionalmente, es ahora o nunca”, dice el único miembro de la campaña republicana en el lugar, pidiendo mantener el anonimato.
Cuando se trata de golpear puertas, llamar a la gente, movilizar a simpatizantes e instarlos a votar, las estrategias convencionales de la campaña de Trump se han rezagado a las de la demócrata Hillary Clinton en lo que los políticos llaman “el juego en el terreno”.
Los sondeos muestran una diferencia mínima entre los dos candidatos y eso es crucial en el campo de batalla como en Florida, un estado clave en el que el republicano George W. Bush ganó a su rival demócrata Al Gore en 2000 por poco más de 500 votos.
“Poner en marcha ese juego en el terreno es muy, muy importante para tener éxito en un estado con una apretada carrera como la que estamos viendo en Florida”, estima el consultor político Brian Burgess.
“Convencer a los electores de votar, y a los electores adecuados, puede marcar una diferencia de uno o dos puntos”, apostilla.
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– Comienzo tardío –
Hace menos de dos meses, las filas republicanas abrieron más de 25 oficinas en Florida, principalmente dirigidas por el Comité Nacional Republicano y no por la campaña de su candidato.
En contraste, el equipo de Clinton está mejor establecido, con más del doble de oficinas en todo el estado, incluyendo más de una docena en el condado de Miami-Dade.
En uno de estos cuarteles de campaña situado en un centro comercial del adinerado barrio de Pinecrest, casi una docena de personas trabajaba intensamente llamando a votantes esta semana, mientras otro miembro del equipo vendía botones, camisetas y ofrecía la oportunidad de fotografiarse con un anuncio de Hillary Clinton.
“Lo importante es hablar con la mayor cantidad de votantes posible”, explica el director ejecutivo del partido Demócrata en Miami-Dade, Juan Cuba.
“Por lo tanto, estamos haciendo una enorme campaña puerta a puerta y haciendo muchas llamadas telefónicas”, detalla.
Un factor clave en Florida es convencer a las personas de ir a votar durante las dos semanas previas al día de la elección, para evitar las largas filas que se producirán el 8 de noviembre.
“La movilización importa”, asegura Stephen Craig, profesor y director del programa de campañas políticas en la Universidad de Florida.
“La gente tiende más a votar cuando han sido contactados por el candidato o el partido durante la campaña y eso puede marcar la diferencia en una carrera ajustada”, agrega.
– ¿Quiénes son los simpatizantes? –
¿Pero quiénes son los votantes de Trump? Identificarlos puede ser un desafío, especialmente al tratarse de un candidato que ha dividido a los evangélicos cristianos, insultado a los hispanos, cuestionado al héroe de guerra republicano John McCain y que ha sido acusado de toquetear a mujeres sin su consentimiento.
“Los republicanos no tienen mucha idea de quiénes son los verdaderos votantes de Trump, simplemente porque no son del mismo tipo con el que están acostumbrados a tratar”, señala Burgess.
Frente a una librería de Miami, tres seguidores del magnate sostienen letreros con los sondeos de esta semana, pero no encajan con el molde republicano.
Uno de ellos es un hombre canoso que viste una camiseta con el mensaje “Otro demócrata apoyando a Trump 2016”.
Otro es una mujer con los labios pintados de rosa, que lleva una gorra de béisbol con el eslogan de Trump “Make America great again” (“Hagamos de Estados Unidos un gran país de nuevo”) y un tutú rojo. Además, porta un letrero con el mensaje “Mujeres por Trump”.
Mientras fotografía con su teléfono inteligente a los conductores que se detienen para posar junto al letrero de Trump, afirma que el “boca a boca y las redes sociales” son el principal impulso para captar votantes.
La tercera simpatizante es Katrina Vidal, una mujer de 60 años que asegura haber pasado unas diez horas durante dos días haciendo campaña por el republicano en un estacionamiento.
Equipada con unas gafas de sol y una gorra en una tarde nublada, Vidal cuenta que desistió de hacer llamadas a los electores por su escaso español.
“Los simpatizantes de Hillary han sido desagradables”, afirma, recordando que una mujer le gritó “¡jódete!” cuando se dirigía al centro de votación.
A pesar de este incidente, considera “muy positiva” la experiencia de hacer campaña por Trump: “Votar es lo más importante que puedes hacer como estadounidense”.