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El presidente Barack Obama, recién llegado de sus vacaciones, se dirige este martes a Luisiana, donde espera silenciar las críticas por no acudir antes a apoyar a la población afectada por las históricas inundaciones.
Cuando a mediados de agosto lluvias torrenciales se abatieron sobre Luisiana, dejando en unas pocas horas al menos 13 muertos y cuantiosos daños materiales, Obama se encontraba en Martha’s Vineyard para pasar dos semanas de vacaciones con su familia.
La FEMA, la agencia federal encargada de las operaciones de rescate, señaló que hasta 79 centímetros de lluvia cayeron en algunos lugares en este estado costero particularmente pantanoso situado en la desembocadura del Misisipi.
Al menos 86 mil personas solicitaron ayuda federal para hacer frente a los daños causados por las inundaciones, que hicieron recordar al devastador huracán Katrina de 2005.
Por su parte, el candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, visitó el viernes a las víctimas y lanzó una fuerte crítica al mandatario estadounidense. “Francamente, Obama debería dejar el campo de golf y venir aquí“, dijo.
Al respecto, el portavoz del gobierno, Josh Earnest, afirmó que la visita de Obama no se debe a los señalamientos del multimillonario y aseguró que el mandatario ha respondido de forma eficaz. “En eso ha estado enfocado el presidente (Obama), en la respuesta dada en el terreno y el destino de los habitantes de Luisiana cuyas vidas han sido perturbadas por estas terribles inundaciones“, comentó.