Crónica: “El Papa debe quedarse en Cuba cinco años”

La Habana, Cuba– “El Papa debe venir a quedarse cinco años”, suelta en tono de broma el chofer que me acompaña en mi primer paseo por La Habana. En el camino, va deteniéndose para que vea los trabajadores que podan árboles, los pintores que remozan algunos edificios y a los que colocan banderas a lo largo de las calle céntricas de la ciudad. “Eso nunca se ve”, me dice.

Me fijo en un cartel enorme dándole la bienvenida al Papa Francisco. Más adelante veo otro y otro más, todos bastante seguidos. Parece que el Papa pasará por allí para ir a celebrar misa a la Plaza de la Revolución el domingo. En la plaza, una imagen del Cristo de la Divina Misericordia arropa uno de los edificios. Es, sin duda, algo fuera de lo común.

En el malecón, los encintados de las aceras lucen recién pintados y el chofer señala los postes con luces tipo “led”, de bajo consumo de energía. “Eso también es nuevo”, comenta y me repite: “por eso es que el Papa debe quedarse aquí cinco años, a ver si mejora la cosa”.

Por supuesto que el chofer tiene uno de esos famosos almendrones, los carros antiguos que sirven de principal transporte para los cubanos. Aparecen por todas partes, de todos los colores, unos mejorcitos que otros. El suyo, de 1948,  lo va arreglando poco a poco, con piezas que llegan del extranjero. Sabe que su carro es un atractivo para cualquier coleccionista y, quién sabe, como el futuro promete cambios, algún día podría sacarle buena plata a su almendrón.

Me lleva a caminar por La Habana y no hay manera de ignorar la cantidad de gente que, sentada frente a algunos edificios, mira hipnotizada sus celulares o tabletas. Son muchos. Todos buscan el wifi, me dice el amigo chofer. Así pasan horas, porque la tecnología les llegó a medias.

Termino el día comiendo frituritas de malanga y escuchando a un trío entonar un son cubano. Mañana será otra historia cuando el papa Francisco llegue al aeropuerto José Martí. Tal vez, nos sorprenda subiéndose a un almendrón o cambiando su solideo por un sombrero de guano. Para desilusión de mi chofer, el Papa no se quedará en Cuba, pero al menos por unos días algo revolucionará.

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