Aprender se convierte en un juego que vale la pena

La educación en la primera infancia (niños de 0 a 6 años) ya no obedece reglas. Los pequeños son los que salen al mundo a explorar, a conocerlo y a apropiarse de él. ¿Cómo lo hacen? Jugando

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“Hola. Estoy haciendo una arepa (complemento alimenticio), pero no la he terminado. Te aviso cuando esté lista”, dijo concentrada Mariana, de 3 años, mientras tomaba aserrín de una mesa alumbrada por una luz interna y le daba la forma de arepa, en el recién inaugurado centro aeioTU de Sopó, en Colombia, perteneciente a la alianza Primero lo Primero, en la que participan las fundaciones Mario Santo Domingo, ALAS, Pies Descalzos y Carulla-aeioTU.

En estos lugares la educación es distinta a la tradicional. Salones con infinidad de materiales, así como de herramientas, obligan a los niños a que exploren, a que inventen sus propios mundos, en pocas palabras, los incitan a jugar.

Hace algunos años, jugar con aserrín no era una opción, este material tenía una misión específica: rellenar dibujos impuestos por un profesor. Para jugar estaba la plasticina, que era algo moldeable y que, al parecer, era un poco más amigable para los pequeños. Sin embargo, hoy las reglas han cambiado y la educación ya no funciona así. Ya no hay directrices, órdenes precisas, solo herramientas para que los niños conozcan el mundo por sí solos.

“Una educación infantil de calidad combina la individualización y el trabajo en grupo con actividades de juego libre. Es decir, se acompaña al niño en sus exploraciones espontáneas, dándole oportunidades de experimentación e introduciendo al pequeño en conceptos y contenidos que impulsen y promuevan el aprendizaje”, asegura Milagros Nores, directora asociada de investigación del NIEER Institute.

De acuerdo con esto, la educación parte de los niños, ya no existe el maestro dictador que los está obligando a hacer determinadas actividades. Los profesores son un poco más flexibles y dejan que los niños desarrollen sus capacidades con su propio tiempo y con lo que les llama la atención.

“Aquí los materiales son reciclados. En este salón trabajamos con niños de 1 a 2 años y ellos vienen y juegan con aserrín, con los cubos para armar o con lo que les llame la atención. Aquí vienen una vez a la semana y nosotras vamos a la casa de ellos dos veces al mes para que los papás sepan cómo tienen que llevar a sus hijos”, comenta una profesora del Centro de Desarrollo Infantil ubicado en Sopó.

Las maestras son unas guías en el aprendizaje, en unos centros en los que los niños se dividen por edades y cada salón es un mundo aparte. En aeioTU, por ejemplo, donde acuden niños de 0 a 6 años, hay un salón con luces y sombras, otro de sensaciones con todo tipo de granos, otro en el que el tejido es el protagonista, alguno más dedicado al arte y otro en el que se leen cuentos para que los niños creen sus propios finales y, por qué no, comiencen a escribir.

Aprender se convierte en un juego

No, no es una de esas frases que los hoy adultos oían cuando eran niños para que se concentraran en el estudio. Investigaciones serias, neurocientíficas, han comprobado que el juego es básico durante la educación en la primera infancia.

“El juego es la manera espontánea en la que el niño explora el mundo a su alrededor y lo descifra. ¿Qué pasa si tiro esta pelota una vez, y dos, y tres? ¿Hace siempre lo mismo? ¿Rebota igual? En cambio si la tiro mas fuerte, ¿qué pasa? En un ejercicio tan simple como este un niño puede descifrar los conceptos de fuerza, velocidad, causa y efecto. Sin oportunidades para jugar, algunas de estas preguntas nunca ocurren y, en definitiva, el niño pierde la oportunidad de evaluar, diagnosticar, predecir, responder y archivar el conocimiento. Básicamente, durante los primeros años de vida uno desarrolla y alimenta el cerebro, aquel músculo que determinará cuánto y qué logre el niño a lo largo de su vida”, afirma Nores.

Los niños que reciben este tipo de educación, a los que se les deja explorar el mundo por sí solos, son mucho más despiertos que los demás.

“Mira, yo soy capaz de pintar un gato y un sol. Además hoy quise pintar a mi mamá con este vestido”, asegura Nathaly, de 4 años, mientras señala un dibujo que estaba haciendo junto con otros niños.

El proceso de aprendizaje

Dependiendo de la edad, los niños aprenden algunas cosas sobre el mundo con distintos tipos de juego, aunque, según Nores: “El vocabulario es fundamental en todo momento para el desarrollo del niño”.

“En un bebe son importantes las actividades que lo conectan con su alrededor, mientras desarrollan su coordinación ojo y mano. Veo algo que quiero agarrar y aprendo a coordinar mis manos hasta el objeto. También son importantes actividades de causa y efecto del tipo ‘toco el sonajero y hace ruido’. De la misma manera, ejercicios que lo expongan al concepto de permanencia, como buscar a la mamá y actividades que le permitan desarrollar los primeros escalones en su motricidad fina y gruesa: rodar, gatear, caminar, meter, sacar, subir, bajar, agarrar la comida”, explica Nores.

Este tipo de comportamientos se pueden ver en los centros de desarrollo infantil, en los que los niños de 1 y 2 años pueden experimentar con varios materiales.

“Para un niño en edad preescolar, en cambio, actividades que expandan el vocabulario, que enseñen secuencias, correspondencia uno a uno, volumen, velocidad, causa y efecto, qué es una serie, categorización (por colores, tamaño, forma, utilidad) impulsan la capacidad cognitiva, el pensamiento matemático, el reconocimiento del vocabulario y su estructura. Pero la literatura también ha afirmado la importancia del desarrollo socioemocional y las funciones ejecutivas, es decir, el cómo regulo mis emociones, el cómo respondo a otros, la capacidad de atención, retención y memoria, el cómo me adapto a los cambios. Estas son capacidades que predicen el desarrollo del niño en la primaria y secundaria”, concluye la investigadora.

¿Qué papel desempeñan los padres?

“Yo vengo al centro desde que estaba embarazada, aquí me ayudaron a saber qué cuidados debía tener con mi hijo. Ahora pertenezco al grupo de las lactantes y vengo con mi bebé para que me indiquen qué alimentación debo darle, en qué forma debo estimularlo y cómo debo cuidarlo. Ha sido de gran ayuda”, explica una de las madres que acude al centro aeioTU en Sopó.

No se trata de que los pequeños vayan a un centro cerca de la casa y ahí les enseñen todo lo que deben saber o que los cuiden mientras los papás están trabajando, sino que la educación de los pequeños debe estar marcada por una presencia de sus padres. Por eso, con los más pequeños, algunas maestras acuden a las casas varias veces al mes para hacer un seguimiento de las actividades que los niños allí realizan.

“Los padres son, ante todo, los primeros maestros del niño. Hay por ello programas en todo el mundo que intentan acercar a los padres los conocimientos sobre el desarrollo infantil, así como prácticas estimulantes que empujan este desarrollo y que han demostrado tener efectos importantes en el desarrollo de los niños. Pero no todo padre tiene el tiempo, los recursos o las oportunidades para apoyar a sus niños en su desarrollo, y es en estos casos donde espacios infantiles de calidad permiten el desarrollo del potencial del niño y por ello tienen un rol fundamental”, explica la directora asociada de investigación del NIEER Institute.

No todo es color de rosa

Aunque se hacen esfuerzos para mejorar la calidad de la atención integral para la primera infancia en Latinoamérica, todavía hay muchas fallas. Programas como De Cero a Siempre, en Colombia, o el programa Chile Crece Contigo, en el Cono Sur, son un ejemplo en la región, pero aún hay dificultades.

“Las mayores trabas para toda la región están en contar con el personal calificado para atender a los chiquitos de estas edades con alta calidad. Como en el resto del sistema educativo, los educadores de preescolar o parvularia no son generalmente quienes han obtenido los mejores puntajes en sus estudios ni son carreras que gocen de alto prestigio social y con fuertes oportunidades de crecimiento. Cambiar esta dinámica requiere importantes inversiones y esfuerzos cualitativos para atraer a los mejores profesionales para desempeñar la tarea tan importante que es asegurar que todos los niños y niñas de la región logren desarrollarse adecuadamente y alcanzar su máximo potencial”, explica Emiliana Vegas, directora de la División de Educación del BID.

De todas maneras, por algo se empieza y, de seguro, niños como Mariana y Nathaly a cursarán una primaria con muchas más herramientas que un niño que no sea estimulado desde pequeño.

Profesora

“Los niños aprenden a tejer para desarrollar su motricidad, lo que impacta en su comportamiento”. Maestra del Centro aeioTU sede Sopó, Cundinamarca, Colombia

Inversión en el largo plazo

“El juego es la manera espontánea en la que el niño explora el mundo a su alrededor y lo descifra para darles sentido a sus acciones”. Milagros Nores, directora asociada de investigación del NIEER Institute.

Serie de reportajes

Este es el segundo reportaje de una serie de seis investigaciones que Publinews Latinoamérica, con el apoyo de Fundación ALAS, ha realizado sobre la primera infancia en la región. Busque el último día de cada mes una nueva entrega.

Experta BID

“Países como Ecuador y la República Dominicana están adoptando iniciativas importantes en este tema”. Emiliana Vegas, directora de la división de Educación del BID.

Cerebro

85% de la expansión cerebral ocurre antes de los 3 años, antes de que un niño promedio pise un salón de clases.

Actividades según la edad

BEBÉS. Tocar el sonajero para aprender sobre causa y efecto. Gatear, rodar, subir, bajar, treparse para conseguir cosas. Esconderse de la mamá para desarrollar el concepto de permanencia.

PREESCOLAR. Tienden a hacer categorizaciones por colores, tamaño, forma, lo que impulsa el pensamiento matemático. También les gusta jugar con la estructura de las frases para adquirir más vocabulario.

Entérate de más: http://www.movimientoalas.org/

Miren Magyaroff /Publimetro Colombia

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