Foto. Agencias
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El 1 de septiembre de 2013, un pequeño objeto volador llamó la atención de los asistentes a una manifestación. Ese día comenzó una nueva era en la vigilancia de las marchas en el Distrito Federal, con drones –vehículos aéreos no tripulados– filmando y fotografiando a las multitudes.
Pedro Matabuena, ingeniero en sistemas y vecino de la colonia Del Valle, no solo es aficionado a estos aparatos, sino que también los construye.
¿Cuándo comenzó tu afición por los drones?
Desde niño, cuando mi papá me llevaba a ver los aviones al campo militar de Santa Lucía, en el estado de México. Luego comencé a volarlos a control remoto y desde hace tres años me llamó la atención construirlos.
¿Dónde consigues las piezas?
Algunas las compro en internet en Estados Unidos o en Alemania. Otras las armo. Las adaptaciones para las cámaras son mías.
¿Esta es una actividad para aficionados?
No, hay riesgos. Antes de pilotear un dron la gente debe saber qué es una bolsa de aire, qué es una termal, cuándo hay más densidad de aire.
¿En qué actividades los usas?
Por ahora solo para tomar fotografías aéreas, aunque me gustaría participar también en labores de rescate. Ojalá que las autoridades voltearan a ver que en México hay talento que construye estos aparatos y no los compran en el extranjero.
¿Ese es tu único objetivo?
También trabajo en la elaboración de un satélite que nos sirva para tomar fotografías y grabar videos desde casa. Solo nos faltan patrocinadores.
Advertencia
“El uso de los artefactos aún no está legislado y se corre el riesgo de que sean mal utilizados”. Pedro Matabuena, constructor de drones.
Agencias