Luchan con la policía para ver a Mandela por última vez

En tres días, más de 100.000 sudafricanos se inclinaron ante los restos mortales de Nelson Mandela, expuestos en Pretoria, y algunos impacientes incluso forzaron las barreras policiales para ver a su héroe, antes de que sea sepultado el próximo domingo.

En vísperas de la partida del gran hombre hacia Qunu (sur), el pueblo de su infancia, miles de personas anónimas afluyeron hacia la capital, formando desde el amanecer filas de espera de varios kilómetros.

La multitud de personas forzó el acceso cuando la policía anunció que no podrían entrar en la sala en la que se encontraba el féretro del primer presidente negro de Sudáfrica.

El grupo corrió hacia el anfiteatro de Union Buildings, la sede del Gobierno sudafricano, en la que el cuerpo de Mandela era velado desde el miércoles.

Al caer la noche, el cuerpo fue trasladado, como estaba previsto, al hospital militar de Pretoria. El sábado deberá ser trasladado a Qunu.

Este viernes era la última oportunidad para ver el cuerpo de Mandela.

Debido al gran número de asistentes, mucha gente que espero en la fila durante horas, o incluso días, quedaron decepcionados.

Apenas dos horas después de que se abriera el acceso al público para acercarse al féretro descubierto de Mandela, en la mañana de este viernes, el gobierno dijo que no sería posible acoger a todo la gente que seguía esperando, y les pidió que se fueran.

Los agentes intentaron detener a un grupo que intentaba entrar en un primer momento, pidiéndoles que permanecieran en fila, pero acabaron cediendo.

“La policía dijo que deberíamos hacer una fila, pero (la gente) no lo hizo. Después empezaron a empujar”, dijo Gilbert Setshedi, de 27 años y que hacía cola desde las 7H00.

“Verlo una última vez me haría muy feliz”, comentaba Tieho Motspai, que esperaba con su mujer ante la sede de la presidencia.

A media mañana, 50.000 personas ya habían llenado las cuatro zonas de espera formando impresionantes filas de varios kilómetros.

El jueves, las autoridades tuvieron que cerrar las puertas de la presidencia a pesar de que miles de personas seguían esperando.

Algunos como Stanley Luvhimbe, que condujo 450 km para ver a su “héroe”, decidieron dormir allí mismo. “Es una ocasión única. No lo volveremos a ver nunca más”, explicó.

“Ha sido extraordinario estar ahí. Pero tengo el corazón roto”, dijo al salir de la Union Buildings Paulus Mefadi, un soldado de 44 años que desfiló ante Nelson Mandela cuando prestó juramento como presidente en 1994.

El domingo por la mañana, el país se paralizará cuando se celebren las ceremonias del entierro de Mandela, primero en presencia de personalidades y después en la más estricta intimidad.

Diversas cadenas de tiendas ya anunciaron que permanecerán cerradas.

“La familia desea que el entierro sea un asunto familiar, no quiere que se televise, no quiere que la gente vea el entierro” al que acudirán la familia y unas pocas personalidades, explicó Phumla Williams, una portavoz del gobierno.

AFP

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