Foto. EFE
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Hablando por primera vez frente a la comunidad internacional sobre el espionaje estadounidense, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, condenó la práctica declarando que se trata de un “caso grave de violación a los derechos humanos y civiles”.
La brasileña, que abrió la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, no se ahorró críticas al programa de inteligencia de Estados Unidos. “Sin respeto a la soberanía, no existe la base para relaciones entre las naciones”, aseveró en tono duro y acusador. Para la presidenta, internet no puede “ser el nuevo campo de batalla entre los estados”.
Con este argumento, propuso la creación de un “marco civil multilateral para el gobierno y uso de la Red”. Los términos de un acuerdo ya se están discutiendo en la ONU, pero los expertos coinciden en que es difícil llegar a un resultado práctico.
Dilma se convirtió en la portavoz de la indignación contra la vigilancia de Estados Unidos. Aunque las denuncias de Edward Snowden hayan alcanzado a los líderes de otros países, ninguna nación demostró tanto repudio para la práctica.
Para los expertos, Dilma sale fortalecida tras este episodio, tanto en Brasil como en el exterior. “Se mostró firme y soberana, defensora de la autonomía brasileña”, afirmó la politóloga Solange Reis, de la Fundação Escola de Sociologia e Política de São Paulo.
“Los brasileños tienen derecho a estar molestos”, aseguró Kristel Muciño, de la Washington Office on Latin America. “Estados Unidos necesita definir reglas claras y directrices de fiscalización para garantizar que este tipo de vigilancia no vuelva a suceder”.
Dilma también aprovecho el discurso en la ONU para defender el multilateralismo y el desbloqueo del comercio internacional.
Soberanía
“Inmiscuirse en la vida de otros países perjudica el derecho internacional y confronta los principios que deben regir las relaciones entre ellos, sobre todo entre las naciones amigas”. Dilma Rousseff, mandataria brasileña.
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