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“Las agendas no son estáticas, inmóviles, son dinámicas, hay que modificarlas, están ahí para eso, para incorporarle los elementos nuevos de la realidad del país”, aseguró Iván Márquez.
Las conversaciones con los delegados del Gobierno colombiano tienen lugar en La Habana, con el acompañamiento internacional de Suecia, Cuba, Venezuela y Chile y bajo la amenaza de los enfrentamientos entre las FARC y el Ejército.
La agenda de conversaciones en La Habana incluye el desarrollo rural, las drogas ilícitas, el abandono de las armas, la participación política y la reparación a las víctimas del conflicto armado. Este es el cuarto intento de paz que se lleva a cabo en el país desde 1980.
La comitiva guerrillera, que vive en una polémica libertad en Cuba, suele despacharse con explosivas declaraciones que debilitan el proceso. Mientras negocian con el Gobierno de Colombia un acuerdo de paz, sus actividades proselitistas se multiplican día a día.
El lugar suele ser siempre el mismo: el Palacio de las Convenciones, en el Laguito de Miramar. Allí llegan las caras más visibles del grupo armado e improvisan todos los días una conferencia de prensa. Iván Márquez, Rodrigo Granda, Jesús Santrich o Andrés París siempre tienen algo que decir.
Muy por el contrario, los negociadores enviados por Juan Manuel Santos cultivan el bajo perfil. No se dirigen a los medios de comunicación salvo en caso de extrema necesidad y se guardan para las charlas privadas con el mandatario colombiano las novedades de cada día.
El pacto alcanzado entre Colombia y las FARC no contiene despejes de territorio ni la suspensión de operaciones militares. A diferencia de otros intentos, se negoció en otro país (Cuba) y tendrá un tiempo limitado para dar resultados.
Agencias
