Una huelga nacional de las centrales gremiales de la presidenta argentina, Cristina Kirchner, generó serias dificultades en el transporte urbano y aéreo, a la vez que manifestantes bloquearon estratégicos accesos a la capital.
El paro sindical se lleva a cabo 13 días después de una multitudinaria movilización con mayoritaria participación de sectores de clase media en rechazo a los planes de una segunda reelección de la presidenta y contra la inseguridad, entre otros puntos.
La protesta laboral en reclamo de la reducción de un impuesto que grava al salario paralizó el servicio suburbano de trenes, que desplaza a cientos de miles de pasajeros desde la poblada periferia hasta Buenos Aires, así como a una de las siete líneas del metro capitalino y algunas rutas del servicio de autobuses urbanos.
El centro de la capital argentina lucía casi como un día domingo con pocos transeúntes, escasez de circulación de vehículos y muchos comercios cerrados.