Madrid vuelve a la edad media por un día

Rebaños trashumantes atravesaron la capital española para celebrar la festividad anual.

Foto: AFP

MADRID. Entre ruido de balidos y cencerros, acompañados por perros pastores y ganaderos vestidos con chaleco, zurrón y zuecos, miles de ovejas, vacas y caballos cruzaron el domingo el centro de Madrid devolviendo por una día la ciudad a la Edad Media para la fiesta anual de la trashumancia.

En una soleada y fría mañana de otoño, más de 2.000 ovejas y carneros, decenas de bovinos y caballos de pastoreo desfilaron desde el parque de la Casa de Campo, en las afueras de la ciudad, hasta la plaza de toros de la Ventas, pasando por las emblemáticas Puerta del Sol y Puerta de Alcalá.

Con inmensos zuecos de madera sobre zancos, zurrones de pieles, mantones bordados y medias de encaje, los trajes de pastores y músicos atraían la mirada de niños y turistas, que se apresuraban a fotografiarse con ellos, mientras el son de tamboriles y gaitas inundaba las empinadas callejuelas del viejo centro.

“Esto es maravilloso, la trashumancia es una cosa que no se debería de perder nunca, es una tradición de toda la vida”, dice Modesta Conde, de 46 años, que llegó procedente de Cantabria (norte) con uno de los grupos folclóricos que animaban el festejo.

La fiesta, que este año celebró su 19ª edición, quiere fomentar la actividad ganadera entre la población urbana y recordar la tradición de la trashumancia, que remonta a la Baja Edad Media, cuando los rebaños ovinos cruzaban el país en un viaje a pie entre las dehesas de verano y las de invierno.

“Hemos venido andando, llegamos ayer por la tarde desde Hoyos del Espino”, a más de 150 km al oeste de Madrid, explica Jorge Jiménez, de 25 años, mientras, ayudándose de un largo bastón de madera para caminar, tira de la burra Manoli en la cabeza de la marcha.

“Esto es algo bonito, porque es una tradición del pueblo español y sirve para recordar que éramos trashumantes”, afirma este estudiante de informática originario de una familia ganadera.

Detrás suyo, decenas de vacas marrones y negras avanzan lentamente por la madrileña Calle Mayor acompañadas de sus terneros al son de enormes cencerros. Les sigue una marea de jinetes sobre sus caballos y tras ellos, los ganados ovinos con su estruendo de balidos.

España cuenta todavía unas diez grandes rutas trashumantes, con un total de 124.330 km, que atraviesan el país de norte a sur. Sin embargo, poco rebaños sigue haciendo estos desplazamientos a pie.

La Mesta, el gremio que aunaba a los pastores trashumantes en la Edad Media, llegó en 1418 a un acuerdo con la villa de Madrid para poder cruzar la ciudad mediante el pago de 160 maravedíes, antigua moneda medieval.

Dos siglos antes, el rey Alfonso X ‘El Sabio’ había permitido a los pastores en 1278 moverse libremente con sus rebaños respetando lugares como los campos de cereales, las huertas, las dehesas y las viñas.

“Estos movimientos de ganado responden a una peculiaridad de nuestro país que, al ser el segundo más montañoso de Europa, potencia que los ganados abandonen las montañas en invierno buscando los recursos en las llanuras del sur”, explica Begoña Nieto, responsable de desarrollo rural del ministerio de Agricultura y Medio Ambiente.

Entre los miles de curiosos que bordean el recorrido de los animales, Manuela Pozuelo, de 45 años, admira el desfile con su hijo de 18 años y su hija de 11.

“Nos lo hemos encontrado de casualidad, no sabíamos que era hoy”, reconoce. “Pero me parece una muy buena idea, porque es algo a lo que no estamos acostumbrados aquí en Madrid, sobre todo las personas que no tienen costumbre de salir de la ciudad para ir a los pueblos”, afirma.

“La verdad es que dan un poco de impresión”, admite, mientras se aleja de una enorme y cornuda vaca negra que intenta salirse del recorrido.

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