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VIDEO. "Oso Polar" retrata el lado negativo de la clase media mexicana

Esta película mexicana, grabada totalmente con iPhones, sigue a un trío de “amigos” que se dirige en auto a una reunión con sus compañeros de primaria. El mes pasado obtuvo el premio a mejor largometraje en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

En un país acostumbrado a las representaciones de la profunda división entre ricos y pobres, pocas veces queda espacio para una crítica a la clase media como “Oso Polar”, una cinta filmada enteramente con celulares que se estrena el viernes en la Ciudad de México.

“Me parece que es un tema que debería ser prevalente en el debate público en México y que es tabú”, dijo el director Marcelo Tobar en una entrevista reciente con The Associated Press. “La discriminación es muy obvia pero a nadie le gusta aceptar que es partícipe de discriminar al otro y me parece que el cine como reflejo de la realidad tiene que incluir esos temas”.

“Oso Polar” obtuvo el mes pasado el premio al mejor largometraje mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia. La película sigue a un trío de “amigos” que se dirige en auto a una reunión con sus compañeros de primaria. En el camino, Heriberto (Humberto Busto) empieza a recordar cómo Trujillo y Flor, a quienes lleva a la fiesta, lo molestaban cuando eran niños.

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Flor es divorciada y con dos hijos. Tiene una madre opresora que critica la forma en la que su sirvienta baña a los niños, pero en cuanto sale de su casa, Flor es quien comienza a relucir su clasismo y racismo, así como sus problemas con el alcohol.

“Creo que vivimos en un país en el que en cada esquina logras ver este clasismo o racismo”, dijo la actriz Verónica Toussaint, quien da vida a este personaje. “Para mí mi mayor reto fue actuar mi borrachera, porque nunca me he puesto borracha, nunca jamás. Físicamente mi cuerpo no digiere el alcohol”.

Flor comienza a transformarse al punto que insulta a sus amigos y a desconocidos estando ebria, haciendo parecer que todos están a su servicio. Para Toussaint, desarrollar su personaje ante celulares, sin cámaras y equipo de iluminación invasivo, “fue muy liberador”.

“Me permitió hacer un trabajo lo más natural posible y sin el director cerca también, tiene mucha libertad y estuvo increíble experimentarlo”, dijo.

Un dato curioso es que al tratarse de celulares tampoco había claquetas, por lo que los mismos actores indicaban cuándo empezaba a correr la escena.

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“La idea primero fue hacer una película con celulares y después escribí un guion para que tuviera sentido que fuera filmado, rodado, almacenado o como se le diga, en celulares”, dijo Tobar, quien estudió cine en Vancouver, Canadá. “Me cuesta trabajo a veces encontrar las dificultades de haber usado el teléfono, porque tuvo muchas ventajas de producción, como poder salir a la calle e interactuar con la gente”.

Pese a haberse rodado con celulares, la película contó con un guion muy establecido que fueron siguiendo al pie de la letra. En otros departamentos, como el de sonido, funcionó como una cinta convencional, incluyendo micrófonos fuera de los celulares.

“En realidad el que delataba un poco el rodaje, o que estábamos filmando algo era él (el sonidista), porque cuando la caña aparecía la gente alrededor se daba cuenta que estabas haciendo algo un poco distinto”, dijo la productora Elsa Reyes.

Se realizó con tres fuentes de financiamiento: crowdfunding; fondos privados y fondos públicos. En total costó un millón de pesos (52.000 dólares), de los cuales consiguieron casi 250.000 (13.000 dólares) por medio de Fondeadora. Para el rodaje requirieron unos 350.000 pesos (18.322 dólares).

El equipo de fotografía usó los entes de los celulares y lentes externos. También trató de crear dos texturas diferentes con los celulares: una más parecida a la de una cámara profesional y otra a la de un celular con un usuario amateur.

“Hay dos miradas en la película, una mirada autoral, narrativa, externa, que es la que construye la historia, … y hay otra mirada interna, que son las memorias de los personajes”, dijo el fotógrafo Mauricio Novelo.

“En un (el celular) se usa como una cámara narrativa y en el otro se usa como un celular que se mueve, que está de cabeza, que tiene todo lo que tiene un celular”, explicó.

Antes de “Oso Polar”, Novelo nunca había trabajado con un iPhone.

“Estábamos asumiendo un riesgo total con esta película”, dijo el fotógrafo.

Pero “creo que un teléfono no te hace cineasta, ni una cámara te hace cineasta”, añadió. “Es solamente una técnica y la técnica solamente demuestra el nivel de compromiso del artista o del cineasta. Lo que está por venir es lo más interesante”.

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