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Aunque en algunos lugares de América Latina y Asia la mujer con caderas grandes tiene una figura “normalizada” dentro de la sociedad, para muchos, tener curvas es sinónimo de obesidad y “desproporción”.
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Sobre todo en sociedades como la europea y anglosajona, donde el modelo de mujer sin curvas es el “aceptable” por la sociedad.
Por eso la joven madre Raylynn tiene una lucha constante contra todos esos modelos y estereotipos que se han creado. Oriunda de Georgia, tiene unas caderas que sobrepasan la proporción de su cuerpo. Tiene más de 130 mil seguidores en Instagram y ha utilizado su cuenta no sólo para mostrar sus particulares proporciones, en las que destacan sus 177 centímetros de cadera, sino también para defender a las mujeres con curvas.
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La joven madre, que sube regularmente fotos en su cuenta love.randalyn, ha sido acusada incluso de utilizar Photoshop para aumentar su anatomía, a lo que ha respondido con la publicación de un video que supera las 130 mil reproducciones, en el que mueve sus famosas curvas.
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Según la misma joven ha comentado, sus extrañas proporciones se deben a una condición médica llamada linfedema, que obstruye los canales linfáticos del organismo y produce el aumento de volumen de las extremidades en forma parcial o total.
Pese a su enfermedad y las complicaciones que esta genera, la estrella de Instagram se muestra en la red social confiada de su cuerpo y deja mensajes positivos para sus seguidores.
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La mujer ha aprovechado su explosiva fama como una oportunidad de negocios ofreciendo una suscripción a sus seguidores para que accedan a más videos e imágenes exclusivas por US$11 al mes.
La Venus Hotentote y su humillación
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Que traten mal a Raylynn en redes sociales y a las mujeres con su cuerpo proviene de un viejo prejuicio racista que viene desde la Europa colonial.
En el siglo XIX, existió una mujer llamada Sara Baartman, quien era de la etnia khoikhoi. Debido a una particular condición de las mujeres de su tribu llamada esteatopigia, en la que se acumula exagerada cantidad de grasa en sus glúteos, fue “notable” para su época, carente aún de rigor científico y sí de teorías racistas para probar la supremacía europea.
Gracias a esto, fue exhibida como estrella circense en Europa.
Se protestó contra su explotación, pero la fueron degradando cada vez más. Murió prostituida, sola y alcohólica a los 25 años. Desde ahí en adelante, en el imaginario Occidental, se consideró una “rareza primitiva” a toda mujer con las formas similares a las de Sara, y por ende “inferior y desagradable”. Cosa que hoy perdura.