Sarah Ramadan, una joven que sufrió los efectos de la anorexia, ahora es ejemplo de la lucha constante y el amor propio.
Ella dejó de atormentarse por su figura y puso sus energías en algo que la salvó del infierno de la anorexia: el gimnasio.
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Sarah Ramadan prácticamente fue devorada por la anorexia. Llegó al borde de ser hospitalizada porque no le latía el corazón. También perdió su cabello.
Ramadan llama “Ed” a la anorexia y asegura que tras siete meses en cuidados intesivos logró “matarlo”.
Un amigo llamado Aladdin, entrenador personal, la ayudó a tener un estilo de vida más saludable.
Gracias a su apoyo, Ramadan ahora se da varios lujos, que antes no se permitía, como comerse un helado. Aunque asegura que no ha sido una lucha fácil, espera seguir adelante.
Su historia ha cautivado a miles de personas y las fotos que comparte en sus redes sociales le han conseguido 31 mil seguidores en Instagram.