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La abuela que remó en kayak más de dos mil kilómetros por los niños de Camino Seguro

Deborah Walters es una señora que se puso el reto de remar más de 4 mil kilómetros por los niños del basurero de la zona 3, pero un incidente hizo que su reto tomara una pausa

Deborah Walters es una estadounidense con un doctorado en Neurocomunicación que a los 63 años emprendió una travesía por toda la costa este de los EE. UU. en kayak, para comunicar el mensaje del proyecto de Camino Seguro que ayuda a los niños del basurero de la zona 3 con programas educativos.

Se había propuesto un reto: navegar en kayak más de cuatro mil kilómetros para comunicar y despertar la conciencia sobre la situación de los niños del relleno sanitario de la zona 3 y ayudar al programa de Camino Seguro, pero no pudo terminar su trayecto. Cuando llevaba más de la mitad del viaje, dos mil 400 kilómetros, una lesión medular la obligó a detener su viaje. “La abuela que remó por los niños del basurero”, como se le conoce en el proyecto de Camino Seguro, no lo ve como un reto inconcluso. “Voy a decir que estoy haciendo una pausa para recuperarme”, menciona Walters. “Tengo que estar en reposo de ocho a nueve meses. Pero eso no significa que mi reto se haya acabado. Tengo uno nuevo que me dará más fuerzas para terminar el que ya comencé”, añade.

Walters, quien inició su viaje en 2014 en Maine, tuvo que detenerlo en Georgetown, Carolina del Sur, EE. UU., en 2015, y someterse a una cirugía de cuello. Aunque el camino fue muy difícil desde el principio y el ciclo de la naturaleza era motivo para que “la abuela” se diera por vencida, pensar en las madres y en los niños a los que su reto ayudaría la hicieron cambiar su actitud. “La determinación que tienen las madres que forman el programa para que sus hijos tengan un mejor futuro y no darse por vencidas me daban las fuerzas necesarias para seguir adelante”, comenta. “No es fácil enfrentarse a la naturaleza. Pero la vida de estas madres y su diaria y larga lucha por encontrar la manera de salir adelante eran un modelo a seguir para no renunciar a mi reto”, añade.

Pero el clima no fue el único obstáculo que debió vencer. Llevar el mensaje y contagiar a miles de personas fue otro reto que también enfrentó. “¿Por qué nos debe de importar la gente de Guatemala si aquí también hay pobreza?”, recuerda que era algo que cuestionaban. “Pero les mostraba esa realidad y se daban cuenta de que es algo diferente, y que se puede cambiar gracias a lo que está haciendo Camino Seguro”, explica.

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