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"Chespirito es el niño que somos": Uno de sus más grandes fanáticos

Compartían la misma estatura: 1,60. Los dos crecieron con una madre y dos hermanos varones y llegaron a la escritura luego de luchar en otros campos creativos. Y alguna vez, en 2009, se encontraron. Chespirito solamente le dijo a ese fan colombiano que se había colado en la rueda de prensa de su obra de teatro, que se parecía a su nieto. Y esto a Luis Carlos Ávila lo conmovió profundamente.

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Solo lo volvió a ver una vez más en la vida, cuando ya tenía un respirador y él competía como el representante por Colombia en el homenaje realizado en 2012 llamado “América celebra a Chespirito”. Por esta razón, PUBLIMETRO conversó con él, quien explica qué significó para sus fans el legendario comediante.

¿Por qué te gusta “Chespirito”?

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– Me gusta porque me cae bien la gente que me hace reír, mucho más con la que uno comparte complejos, como el hecho de que tanto él como yo sufrimos y medimos los mismos 160 centímetros.

¿Cuándo comenzaste a quererlo?

– Mi fanatismo por Chespirito nace desde que tengo memoria. Tengo flashes en mi cabeza de un paseo familiar, como a los dos años, donde me picó una avispa en una oreja. Mi mamá me metió en una caseta para que un vigilante nos ayudara, y recuerdo que él tenía un televisor pequeño a blanco y negro donde veía a un personaje de traje con antenitas, algo que, de a poco, me ayudó a ir calmando el llanto infantil. Fue la primera vez que conocí a “El Chapulín Colorado”.

¿Cómo comenzaste a saber tanto de él?

– Inicié un fanatismo solitario desde el colegio, y del cual no me desprendí en la adolescencia. Mientras muchos presumían de Pokemones y cuanta cosa llegaba desde Japón, yo insistía en deleitarme con “Chaparrón Bonaparte” y el fino uso del lenguaje. Lo que empezó a pasar es que seguí viendo capítulos de todos sus productos, y sin querer queriendo me fui especializando en su obra, la cual no solo es televisiva sino que cubre muchas áreas de la cultura: cine, poesía, dibujo y hasta política.

¿Y cómo canalizaste esta pasión?

– Eso llegó cuando estaba a punto de graduarme de Comunicador Social en la Universidad Javeriana de Bogotá, y buscando tema para mi tesis de grado concluí que lo mejor era escribirla sobre algo que amara, como para que no me aburriera investigando. Ahí decidí analizar a fondo el fenómeno Chespirito y tratar de encontrar qué tienen sus comedias que las han hecho trascender tantas generaciones con su humor universal. La respuesta está en mi libro, el cual espero poder publicar.

¿Con qué personajes te identificas más?

– Tengo un “top”, porque casarme solo con uno es difícil. Cada uno ha sabido aportar algo a las distintas etapas de mi vida. Antes disfrutaba mucho de “El Chapulín Colorado”, por esa gran lección de vida que nos da sobre el miedo y cómo es de héroes actuar a pesar de tenerlo. También pasé por una devoción fuerte hacia “Chaparrón Bonaparte”, por el manejo del lenguaje y la genialidad de esos libretos; y ahora disfruto mucho más con “El Chómpiras”, creo yo por lo desobligado y desparpajado. A “El Chavo” lo respeto mucho, fue el compañero de muchas tardes escolares.

A mucha gente le pasa que se aburre porque siempre hacía lo mismo. ¿Por qué tu no?

– El esquema humorístico que Chespirito nos ofrece parte justamente de eso, de la repetición. Repetir es el acto básico del humor, ya sea mecanizando un humano o humanizando algo mecánico. Creo que además existe una suerte de satisfacción cuando uno ve esos programas y logra “predecir” lo que va a pasar, eso en parte es algo que hace que uno de televidente vaya siendo parte de lo que propone el programa. Para mí no tiene nada de aburridor; de hecho, cada año le descubro más gags y comentarios que si uno estudia a fondo, entiende mejor.

¿Qué te dejó “Chespirito”?

– Leyendo su biografía, me identifiqué con su vida, y coincidimos en muchas cosas. Roberto Gómez Bolaños me dio, en persona, uno de los mejores consejos que he recibido, que fue que me esforzara y dedicara a trabajar con pasión en la escritura, pues después de escribir solo queda el corazón y el amor por hacer algo a través de ello.

¿Qué pasó cuando lo conociste?

– Conocí a Don Roberto el 23 de junio de 2009 en Bogotá. Logré meterme en la rueda de prensa de su gira de teatro, 11 y 12, y pararme justo al frente de él para comprobar que medíamos lo mismo. Luego le conté que estaba escribiendo mi tesis sobre él, y no pude evitar quebrarme cuando me dijo que me parecía a su nieto. Lo abracé, permití que me autografiara mi ejemplar de “Sin querer queriendo” y me fui esperanzado de volverlo a ver.

Y lo hiciste…

– En 2012, en Ciudad de México, lo vi de lejos y no pude evitar llorar al verlo en silla de ruedas, anclado a una pipeta de oxígeno y sin poderme acercar a preguntarle si había leído mi tesis, la cual le hice llegar a través de Rubén Galindo, productor ejecutivo de Televisa.

¿Cómo fue el concurso de expertos en el que participaste?

T– elevisa decidió organizar un homenaje en todo el continente en su honor, al cual invitaron a todos los países de América. Tuve la bendición gigante de representar a Colombia en la categoría de expertos y viajar a Ciudad de México a presenciar uno de los eventos que más me han impactado en la vida: una fiesta para honrar al comediante más grande de la historia latinoamericana.

¿Y ahora qué sientes?

– Este es el punto en que todavía no me lo creo, porque fueron tantas las veces que lo mataron en redes sociales que uno empieza a dudar cada vez más. Empecé a confirmarlo cuando varias personas me llamaron y contactaron para darme el sentido pésame, en un acto que me hace sentir muy honrado, pues muchos de los que me conocen confiesan que me asocian directamente con Don Roberto. Sigo sin creerlo y desde aquella tarde de viernes no me he detenido a pasar el duelo, así que supongo que lloraré en privado cuando todo esto pase.

¿Por qué es tan especial para Latinoamerica?

– Chespirito nos deja un potente legado televisivo y cultural. Es el niño que somos, el sueño de un continente maltratado por la violencia y la pobreza que, sin saberlo, se encargaría de dar a luz a un genio de clase media, un adalid de la creatividad emotiva que al despedirse del mundo deja un legado imborrable en las más de 4 generaciones que crecieron y acompañaron sus vidas a la luz de sus programas. Y es que solo una mente fuera de mundo podría agarrar tantas corrientes literarias y cómicas para darle su sello: Shakespeare, más Cantinflas, más Chaplin sobre la televisión, da igual a Chespirito, el genio universal de la comedia televisiva.

Pueden encontrar a Luis Carlos Ávila en Twitter: @benditoavila y en su blog “Fiebre de las Cabañas”.

 

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