El mega gira de 2011 debió haber sido la consolidación de los hermanos Caleb, Jared y Nathan Followill y su primo Matthew como la familia real del rock.
En cambio, terminó con el regicidio autoinflingido del líder cuando abdicó en medio de un concierto en Dallas. Caleb tomó el micrófono y dijo: “Voy a ir a los camerinos y voy a vomitar, me tomaré una cerveza y volveré a tocar tres canciones más”. Nunca regresó, y se supo que el viaje había terminado.
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Después de dos años, “los reyes” volvieron a reclamar el trono y el sexto álbum de la banda de Nashville, “Mechanical Bull”, se publicó en junio. Sin duda parece un retorno a la forma, con toda la crudeza y lírica fuerte de los primeros álbumes de la banda.
“Hay un esfuerzo consciente para tener un poco más de energía en este disco”, expresa Jared, el bajista.
“Por el nombre del disco, me preguntan si sé montar toros mecánicos. Una vez lo hice en un carnaval en California. Y estoy seguro de que fui el único que montó con una mano en el aire. Todo el mundo usó las dos manos y decían: ‘Es muy fácil. Duré como 30 segundos’, y yo decía: ‘Obvio, porque hicieron trampa’”, recuerda el músico.
Acerca de los excesos de la banda con bebidas alcohólicas, Jared asevera:
“Siento que en 2011 solo bebíamos, y cuando la gente comenta al respecto, dice: ‘Oh, Dios mío, estos tipos se la pasaban drogándose”, y en realidad no era así”, explicó.
Entre familia
“Nunca ha habido una pelea dentro del grupo que llegue al final de las consecuencias. Siempre se acaba antes. Un par de golpes aquí, un par de golpes allá”. Jared Followill, bajista de Kings Of Leon.
Richard Peckett / MWN