Chile pasó de la poca fiebre deportiva por Santiago-2023 a vender medio millón de entradas en apenas una semana, con un público que alienta a propios y extraños en las decenas de disciplinas panamericanas.
PUBLICIDAD
Las semanas previas al evento deportivo más importante que alberga Chile desde el Mundial de Futbol de 1962 y la Copa América 2015, las calles de la capital chilena tenía poca promoción y se respiraba poco ambiente deportivo.
Sin embargo, a una semana de la inauguración de Santiago-2023, la cita vive un repunte en su popularidad.
“La respuesta de la gente ha sido impresionante. Pasamos el millón de entradas emitidas, más de un millón”, celebró Harold Mayne-Nicholls, director ejecutivo del evento.
Santiago-2023 vendió la misma cantidad de entradas en los últimos siete días que en los tres meses anteriores.
El público chileno ha acompañado con carteles, camisetas, banderas y su arenga clásica “Chi, chi, le, le” a todos sus deportistas.
Marea roja, representativo de Santiago-2023
La veterana nadadora Kristel Köbrich fue una de las deportistas más coreadas por la ‘marea roja’, apodo que usan los hinchas locales.
PUBLICIDAD
El día final de la competencia de natación, una avalancha de personas llegó con camisetas rojas, color representativo de Chile, para acompañarla en su última prueba, donde ganó la medalla de plata.
Köbrich, la primera nadadora en competir en seis citas panamericanas, lideró los 1.500 metros libres desde los 300 hasta los últimos 50 metros, cuando fue adelantada dramáticamente por la estadounidense Rachel Stege ante la decepción de sus aficionados.
Pese a no lograr el oro, una emocionada Köbrich fue fuertemente ovacionada tras subirse al podio.
Público ruidoso
No solo las cercanías del Estadio Nacional vive un boom deportivo. Disciplinas que se desarrollaron en zonas más alejadas de la capital como la escalada deportiva, el ciclismo BMX o el tiro fueron testigos del ruidoso público chileno.
En la escalada deportiva, uno de los deportes claves para atraer jóvenes audiencias, las familias se reunieron en el Parque Cerrillos para alentar a los competidores, propios y desconocidos.
Ya sea con ritmos urbanos o con el rock de Nirvana y Bon Jovi, la gente aplaudió y participó de los juegos que hacían los animadores por el parlante en los momentos sin competencia.
En el BMX, los niños con camisetas de Chile le gritaban a la colombiana Mariana Pajón, oro en la competencia, que les dieran un autógrafo o se tomaran una fotografía con ellos.
“Es increíble. Desde el día uno que venimos acá nos apoyaban a los colombianos”, comentó Pajón tras la competencia.
El diario argentino La Nación también destacó a las personas que presenciaron la competencia de tiro, disciplina donde los gritos desde la tribuna no son comunes.
Eso sí, agregaron que los espectadores no tenían “por qué saber que en esta disciplina no se grita ni se arenga durante los disparos”.
El jueves, cientos de personas hicieron vibrar las tribunas, literalmente, cuando las Diablas chilenas del hockey hicieron su debut ante México.
Pocas entradas
Algunas personas ni siquiera alcanzaron a conseguir una entrada para las principales disciplinas.
Patricia Hernández vino junto a su esposo desde México a ver su hija competir en los Panamericanos y entró a la competencia de natación gracias a tener un pase especial.
Sin embargo, su marido, sin el mismo beneficio, tuvo que quedarse fuera del Estadio Nacional. “Estoy decepcionada, porque venimos de tan lejos, 12 horas de viaje, no sabíamos la dinámica de los boletos y nos comentaron que se habían vendido”, comentó Hernández a la salida del evento.
La organización puso a la venta cerca de 1.200.000 entradas, de las cuales quedan poco menos de 200.000.
Curiosamente el fútbol, el deporte más popular en el país, es el que menos entradas repartió. Según la organización se ha vendido en promedio un 23% de entradas para la categoría masculina y femenina.