El dolor y la desesperación han comenzado a mermar en los niños que lo perdieron todo en la tragedia del volcán de Fuego y ahora una nueva esperanza ha llegado a sus vidas, la de convertirse en deportistas de alto rendimiento.
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“¡Profe, yo quiero pelear!”, fueron las palabras emocionadas que salieron del pequeño Carlos de 11 años.
Se enfundó los guantes, se puso el protector e hizo lo que tanto había soñado, iniciarse en el boxeo.
A pesar de su corta edad e inexperiencia, comenzó a moverse con entusiasmo y mientras daba sus primeros golpes, sus amiguitos, detrás de las cuerdas, le decían cómo pegar.
Su primer combate terminó con victoria y en ese ring en Cañadas de Guatelinda comenzó su gran sueño.
Aún siente miedo
Carlos, fue uno de los pequeños que perdió mucho en la tragedia del volcán de Fuego, ocho familiares, su casa y todo lo que había en ella.
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“Todavía pienso en lo que me pasó. Algunas veces me despierto como a la 1 de la mañana", cuenta.
"Sueño que viene otra vez lo del volcán. Me levanto porque tengo miedo”, dice con un nudo en la garganta.
“Se me murieron ocho personas en la tragedia del volcán, un abuelo, una abuela, tíos y primos", expresa.
Y continúa: "Ahora estamos aquí, ya me adapté en Guatelinda, me gusta”.
Así, con el cambio de hogar, también llegó para el futuro campeón una nueva vida.
Ahora, a pesar de la tristeza, sus ojos se llenan de ilusión al hablar del boxeo.

“Me sentí genial de pelear, lleno de ánimo y confiando. Ahora tengo la oportunidad de aprender. Voy a seguir entrenando porque
desde pequeño quise pelear, pero ahorita que se me dio la oportunidad aproveché a practicar el boxeo”, dijo con una gran sonrisa.

La felicidad de Carlos no es para menos, pues desde el fin de semana se fundó en Cañadas de Guatelinda la segunda sede departamental de la Fundación Olímpica Guatemalteca (Funog), que apoyará a la niñez del lugar con prácticas de boxeo, futbol y taekwondo.
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“Quiero ser como Hagen”
A Joel le ilusiona convertirse en un futbolista, por eso, a pesar del intenso calor, estaba bajo el sol sonriente, disfrutando la exhibición de alumnos de la Funog.
“Estamos muy contentos porque este es un deporte que se practica mucho, gracias a esta fundación se va a lograr mucho", dice.
Y con su tímida sonrisa, Joel confesó cuál es su más grande deseo.
“Mi mayor sueño ha sido llegar a ser portero, espero lograrlo, por eso le doy gracias a Dios por la vida que nos ha dado y por esta nueva oportunidad".
El joven dijo que admira a Ter Stegen, del Barcelona, y a Nicholas Hagen, de Municipal.
“¡Me enseñaron cómo se dan las patadas!”
Marisol se acercó tímidamente a ver las exhibiciones de taekwondo y con gran asombro vio cómo otras chicas de su edad eran capaces de dar saltos y fuertes patadas.
Así que dejó a un lado la pena y comenzó a hacer fila para dar sus primeras patadas.
Escuchaba con atención las instrucciones del entrenador y al momento de la práctica lo hizo con gran actitud.
“Lo que más me gustó fue el pateo, voy a seguir practicando”, dijo la pequeña de 12 años, mientras las gotas de sudor recorrían su rostro.
Ahora, a pesar de que los recuerdos de la tragedia son imborrables, los pequeños tendrán en sus manos y en sus pies la oportunidad de forjarse un nuevo camino.