La muerte del joven ciclista belga Michael Goolaerts, horas después del final de la París-Roubaix, conmocionó a Europa el fin de semana y ha recorrido los titulares de los principales medios desde entonces.
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El corredor fue hallado tendido en el suelo, con los brazos en cruz, en el segundo de los 29 tramos de la competencia. Según imágenes difundidas en las redes sociales, Goolaerts iba junto con el grupo de ciclistas pero al llegar a una curva no giró y se estrelló contra un talud.
Los médicos trataron de reanimarse y fue trasladado de inmediato en helicóptero hasta el hospital francés de Lille, donde falleció horas más tarde.
Tras realizarle una autopsia, las autoridades determinaron que la causa de la muerte de Goolaerts fue un paro cardíaco sufrido mientras manejaba su bicicleta.
“La autopsia ha confirmado la principal hipótesis, una muerte relacionada con un desfallecimiento cardiaco y no por la caída”, informó el fiscal de la República Francesa de Cambrai, Rémy Schwartz, citado por la agencia AFP.
“Sufrió un ataque sobre la bicicleta, su corazón se paró, lo que provocó la caída (…) Por el momento, el proceso de búsqueda de las causas de la muerte debe seguir con exámenes complementarios, toxicológicos y anatomo-patológicos, para saber el origen de este problema. Esto podría llevar varias semanas”, añadió.
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Goolaerts participaba por primera vez en la mítica clásica francesa.
El entorno del ciclista confirmó que el joven había pasado controles médicos en noviembre, en los que fue declarado apto para correr. Nunca había mostrado signos de enfermedad.
“Michael nunca había tenido problemas antes. Por eso esta muerte nos abruma por completo”, agregó una fuente citada por El Mundo.
Tras la tragedia, Wout van Aert, compañero de equipo y compatriota de Goolaerts, publicó una emotiva carta abierta en la que recordó que ambos habían “corrido juntos desde hace mucho tiempo”.