Inicialmente, el estadio de Samara debía tener un techo de vidrio y estar terminado en diciembre de 2017, pero los retrasos se fueron acumulando cuando el Mundial está a menos de tres meses de iniciar.
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Además el diseño se modificó por una imponente estructura metálica, mientras que el césped todavía está creciendo en Alemania, a menos de tres meses del Mundial.
En esta ciudad de más de un millón de habitantes a orillas del río Volga y a 1.050 kilómetros al sudeste de Moscú, todo parece haber conjurado para que el estadio para 45 mil espectadores retrase una y otra vez su fecha de entrega.
A pesar de que los planes no se han cumplido, miles de trabajadores están en el lugar día y noche para que el Samara Arena luzca esplendoroso el 17 de junio, en su primer partido mundialista, entre Costa Rica y Serbia.
La primera piedra se puso en julio de 2014, pero las autoridades locales complicaron el proyecto añadiendo luego un proyecto de urbanización alrededor del estadio, así como la instalación de numerosos comercios. Resultado directo de ello: la superficie de las obras casi se multiplicó por dos.
Las gradas están instaladas y el techo ya no tiene la imagen elegante de los planes iniciales, sino que ahora es una estructura metálica menos atractiva pero que cumple su función.
El gran problema está en algo imprescindible en cualquier estadio de fútbol: el césped.
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Una empresa alemana tiene el encargo de hacerlo crecer y está casi listo, pero no tiene dónde ponerlo. El terreno de Samara sigue congelado y es imposible poder instalar un césped en estas condiciones.
Los problemas se agravaron desde el hundimiento en febrero, por el peso de la nieve, del enorme invernadero que cubría el futuro terreno de juego y que estaba destinado a mantenerlo a una temperatura aceptable.
*Con información de AFP