Londres, Inglaterra. Mejor no pudo ser la noche para Mo Farah, el corredor británico que encontró en su casa y frente a su público la oportunidad perfecta para conseguir lo que tanto quería: un quinto título mundial.
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La jornada de apertura del Campeonato Mundial de Atletismo tuvo como evento estelar la carrera de 10 mil metros en la que el atleta de origen somalí ha sido el amo y señor durante los últimos cuatro años en los escenarios mundialista y olímpico.
Y fue así como Farah hizo suyo el espectáculo contra los kenianos Pasul Kipngetich y Joshua Kiprui, quienes amenazaban con arruinarle el día, pero finalmente la lógica se impuso sobre la pista.
Fue en las últimas cuatro de las 25 vueltas a la pista del estadio Olímpico cuando Farah aceleró el paso y puso de pie a sus seguidores y nunca volteó a los lados sino hasta haber cruzado la meta en la primera posición con un tiempo de 26 minutos, 49 segundos y 51 centésimas.
Cheptegei lo intentó hasta el final, pero su esfuerzo solo le alcanzó para cerrar 43 centésimas después del local para quedarse con la medalla de plata y Tanui completó el podio (26:50.60).
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En la mejor compañía
Apenas cruzó la meta todos esperaban la celebración del "Mo Bot", en la que Farah se coloca las manos sobre la cabeza, pero esta vez tenía preparado algo muy especial.
El ahora pentacampeón corrió a la tribuna y ahí se fundió en un fuerte abrazo además de darle muchos besos a sus hijos: Amani, Aisha, Rhianna y Hussein Mo, quienes estaban cubiertos con una bandera británica.
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"No puedo pedir más… es un final perfecto, ellos son todo para mí y se merecen cada gota de sudor durante estos años", dijo el corredor en la conferencia de prensa luego de su prueba.
"La carrera es así, hay que mantener las emociones vigentes hasta el último momento y ha sido para mí, estoy muy emocionado por haberlo logrado en este estadio que amo y frente a todos los británicos", agregó.
La celebración la llevó Farah junto con ellos hacia la pista en donde se cubrieron con la ovación de los más de 60 mil espectadores que vieron a su ídolo cubrirse de gloria en el mismo escenario en el que hace cinco años obtuvo dos oros durante los Juegos Olímpicos.