Nadar es una actividad saludable y divertida que favorece la motricidad, la coordinación, la circulación y la capacidad respiratoria de los niños.
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“Desde que los bebés están en el vientre, son expertos nadadores, por eso es recomendable que, desde que se les cae el ombligo, reciban clases de natación”, explica Gisela Morales, nadadora olímpica guatemalteca, quien resalta que a partir de los dos años, también es una buena edad para que comiencen sus clases de natación.
Niveles
La experta recomienda que los niños practiquen natación como mínimo dos veces por semana y que sean constantes para que puedan completar los diferentes niveles de enseñanza que les darán más confianza en sí mismos y con las que mejorarán sus defensas.
El primer nivel se centra en el control y el balance del cuerpo, además de la seguridad acuática e independencia. “En las siguientes etapas, los pequeños aprenden a aumentar su resistencia y hacer diferentes tipos de clavados y estilos”, puntualiza Morales, quien imparte clases en Waterproof Swim Academy.
5 motivos para aprender a nadar
Desarrollo del cerebro
Para los bebés, simplemente sentir la textura y las distintas temperaturas del agua con sus manos es una experiencia táctil que les ayuda a desarrollar su cerebro. Estar inmerso en el agua amplía la experiencia sensorial.
Estabilidad emocional
La rutina de las clases de natación es un instrumento para darle al niño una sensación de estabilidad. Esta es una actividad organizada que está programada, lo que crea un sentido de constancia y de buen comportamiento.
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Construye disciplina
Como cualquier otro deporte o ejercicio, incorporar la natación a la vida del niño no solo ayuda a la condición física, sino que también puede conducir a la práctica y perfeccionamiento de la disciplina.
Generador de la confianza
La natación ayuda mucho a construir la autoconfianza en el niño. Cuando el pequeño aprende a nadar y tiene éxito en sus técnicas de natación, crece su autoestima.
Niños con más hambre
Después de una clase de natación rigurosa, los niños quedan hambrientos y cansados; eso siempre es una ventaja para los padres porque pueden aprovechar para que coman bien.