El modesto Chapecoense volverá a lucir sus colores el sábado con un equipo reclutado en tiempo récord para sustituir a los jugadores muertos hace menos de dos meses en un accidente aéreo, en un partido amistoso contra el Palmeiras, campeón del último Brasileirao.
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El encuentro ofrecerá una nueva ocasión de rendir homenaje a las víctimas de la tragedia del 28 de noviembre, en la que perdieron la vida 71 personas, entre ellas 19 jugadores, cuando el avión que los llevaba a Colombia para disputar la final de la Copa Sudamericana se estrelló cerca de Medellín.
El club podrá además presentar ante su afición, en el estadio Arena Condá de Chapecó (sur), el trofeo continental que le fue finalmente atribuido a pedido del Atlético Nacional de Medellín, que debía ser su rival.
La pequeña ciudad de menos de 200.000 habitantes, en el estado de Santa Catarina, se ganó desde entonces una involuntaria fama, con muestras de pesar y solidaridad en todo el mundo, incluyendo con ocasión del último duelo Barça-Real Madrid.
A la salida del minúsculo aeropuerto Serafin Enoss Bertaso, los visitantes encuentran una gran pancarta con la palabra "Gracias" escrita en una docena de lenguas.
Y el club parece tironeado entre la voluntad de honrar la memoria de sus ídolos y la de dar vuelta la página.
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Pensar en el futuro
"Este amistoso contra Palmeiras estará cargado de emoción, pero será la última etapa de un ciclo de homenajes, porque ya es hora de pensar en el futuro del Chapecoense", dijo a la AFP Nivaldo, el guardavallas histórico del club, que después del drama se sumó al equipo técnico.
"El sábado, aprovecharemos para comulgar con nuestra afición, antes de orientarnos hacia los objetivos que aquellos que nos dejaron querrían que alcancemos", insistió Nivaldo, que durante diez años defendió la portería del club.
Un periodo que incluye la epopeya que llevó al Chapecoense de la cuarta a la primera división en apenas cinco años, de 2009 a 2014.
Ese ascenso meteórico del club campestre hasta la élite de fútbol sudamericano fue seguido desde las tribunas por Joao Dutra, un sexagenario que no vaciló en venir a ver los entrenamientos del jueves desde la ciudad de Pato Branco, situada a 130 km, en el vecino estado de Paraná.